VATICANO - Dedicada al más grande Padre de la Iglesia latina, San Agustín: “hombre de pasión y de fe, de elevadísima inteligencia y de incansable entrega pastoral" la catequesis del Papa Benedicto XVI en la audiencia general

jueves, 10 enero 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Concluidas las festividades navideñas, el Santo Padre Benedicto XVI ha retomado, durante la audiencia general, las meditaciones sobre los Padres de la Iglesia hablando "del más grande Padre de la Iglesia latina, San Agustín: hombre de pasión y de fe, de elevadísima inteligencia y de incansable entrega pastoral” que ha dejado una huella profunda en la vida cultural del occidente y todo el mundo, Agustín además es el Padre de la Iglesia que ha dejado el mayor número de obras." El Papa ha dedicado su catequesis durante la audiencia general del miércoles 9 de enero, a la vida de Agustín que se puede reconstruirse oportunamente basándose en sus escritos, en particular en los Confesiones, "la extraordinaria biografía espiritual escrita para alabanza de Dios, que es su obra más famosa". Agustín nació en Tagaste - en la provincia del Numidia, en el África romana - el 13 de noviembre de 354 de Patricio, un pagano que luego se hizo catecúmeno, y de Mónica, ferviente cristiana. Agustín "dice que siempre amó a Jesús, pero que se alejó cada vez más de la fe eclesial, de la práctica eclesial, como les sucede también hoy a muchos jóvenes" ha recordado el Santo Padre. Agustín también tuvo un hermano, Navigio y una hermana, de la que ignoramos el nombre.
De intensa inteligencia, aunque no siempre fue un estudiante ejemplar, Agustín estudió en Madaura y Cartago, y “se hizo un perfecto dominador de la lengua latina". En Cartago leyó por primera vez a el Hortensius, un escrito de Cicerón que luego se perdió, que se coloca al principio de su camino hacia la conversión. En efecto, inmediatamente después empezó a leer la Biblia, aunque quedó decepcionado. "De esta manera, cayó en la red de los maniqueos, que se presentaban como cristianos y prometían una religión totalmente racional- ha continuado Benedicto XVI -. Se hizo, por tanto, maniqueo, convencido en ese momento de que había encontrado la síntesis entre racionalidad, búsqueda de la verdad y amor a Jesucristo”.
Agustín volvió a Cartago, "donde se convirtió en un brillante y famoso maestro de retórica", sin embargo con el tiempo, "comenzó a alejarse de la fe de los maniqueos, que le decepcionaron precisamente desde el punto de vista intelectual, pues eran incapaces de resolver sus dudas, y se transfirió a Roma, y después a Milán, donde residía en la corte imperial y donde había obtenido un puesto de prestigio". Aquí Agustín adquirió la costumbre de escuchar las homilías del Obispo Ambrosio, "en un primer momento con el objetivo de enriquecer su bagaje retórico", y su contenido "tocó cada vez más su corazón": comprendió "que todo el Antiguo Testamento es un camino hacia Jesucristo. De este modo, encontró la clave para comprender la belleza, la profundidad incluso filosófica del Antiguo Testamento y comprendió toda la unidad del misterio de Cristo en la historia, así como la síntesis entre filosofía, racionalidad y fe en el Logos, en Cristo, Verbo eterno, que se hizo carne. … La conversión al cristianismo, el 15 de agosto de 386, se enmarcó por tanto al final de un largo y agitado camino interior". Agustín fue bautizado por Ambrosio el 24 de abril de 387, durante la Vigilia Pascual en la Catedral de Milán. Inmediatamente después decidió regresar a África.
Mientras se encontraba en Ostia con un grupo de amigos en espera de partir para África, dónde tenía intención de practicar una vida común, de tipo monástico, al servicio de Dios, enfermó su madre Mónica y murió, provocándole a Agustín un profundo dolor. Establecido en Hipona para fundar un monasterio, Agustín fue ordenado presbítero en el 391 e inició con algunos compañeros la vida monástica. Sucesivamente entendió que la llamada de Dios era ser pastor entre los otros, y así de ofrecer el don de la verdad a los otros. En Hipona fue consagrado Obispo en el 395.
"Continuando con la profundización en el estudio de las Escrituras y de los textos de la tradición cristiana, Agustín se convirtió en un obispo ejemplar con un incansable compromiso pastoral- ha recordado Benedicto XVI -: predicaba varias veces a la semana a sus fieles, ayudaba a los pobres y a los huérfanos, atendía a la formación del clero y a la organización de los monasterios femeninos y masculinos". Activo en el gobierno de su diócesis, durante los más de 35 años de episcopado, el Obispo de Hipona "ejerció una amplia influencia en la guía de la Iglesia católica del África romana y más en general en el cristianismo de su época, afrontando tendencias religiosas y herejías tenaces y disgregadoras, como el maniqueísmo, el donatismo, y el pelagianismo, que ponían en peligro la fe cristiana en el único Dios y rico en misericordia". Murió el 28 de agosto de 430, encomendándose completamente a Dios, afectado por fiebre mientras Hipona era asediada por los vándalos invasores. (S.L) (Agencia Fides 10/1/2008; Líneas: Palabras:


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