VATICANO - La catequesis del Papa: “Ante todo, nosotros, los cristianos, tenemos que reafirmar con convicción profunda y sentida la verdad de la Navidad de Cristo para testimoniar ante todos la conciencia de un don gratuito.... De aquí se deriva el deber de la evangelización, que es precisamente comunicar esta ‘buena noticia’”

jueves, 20 diciembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La catequesis del Santo Padre Benedicto XVI durante la audiencia general de miércoles 19 de diciembre ha estado dedicada completamente al misterio de la Navidad. "Si por una parte la Navidad nos permite conmemorar el prodigio increíble del nacimiento del Hijo unigénito de Dios de la Virgen María en la gruta de Belén, por otra nos exhorta también a esperar, velando y rezando, a nuestro Redentor, que en el último día ‘vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos’”, ha afirmado el Papa, subrayando como la liturgia de estos días nos ayuda a prepararnos a lo gran fiesta de la Navidad destacando su significado más profundo.
Frente a las injusticias, más o menos graves, que vemos hoy a todos los niveles de la vida y la sociedad, los hombres piden justicia, invocando la llegada del Señor Jesús en el mundo para que "cree justicia en el mundo". Pero "esperar la justicia en el sentido cristiano - ha continuado el Papa - significa sobre todo que nosotros mismos comencemos a vivir bajo los ojos del Juez, según los criterios del Juez; que comenzamos a vivir en su presencia, realizando la justicia en nuestra vida. De este modo, haciendo justicia, poniéndonos en presencia del Juez, esperamos la justicia”.
“El Niño Jesús que hace unos dos mil años nació en una gruta en la noche de Belén, no se cansa de visitarnos en la vida cotidiana… En su espera, el creyente se hace intérprete de las esperanzas de toda la humanidad; la humanidad anhela la justicia y, de este modo, aunque frecuentemente de una manera inconsciente, espera a Dios, espera la salvación que sólo Dios puede darnos". Para los cristianos esta espera viene caracterizada por la oración, como se muestra en la serie particularmente sugerente de invocaciones que se nos proponen en estos días en la liturgia. "Invocar el don del nacimiento del Salvador prometido significa también comprometerse para preparar el camino, para predisponer una digna morada no sólo en el ambiente en torno a nosotros, sino sobre todo en nuestro espíritu" ha afirmado Benedicto XVI.
Por desagracia actualmente la fe "en la Palabra que ha creado el mundo, al que ha venido como un Niño, esta fe y su gran esperanza parece que hoy están alejadas de la realidad de la vida de cada día, pública o privada". El Santo Padre ha evidenciado a continuación la importancia de que "nosotros realmente somos creyentes y como creyentes reafirmamos con fuerza, con nuestra vida, el misterio de salvación que trae consigo la celebración de la Navidad de Cristo... Si no se reconoce que Dios se hizo hombre, ¿qué sentido tiene celebrar la Navidad? La celebración se vacía. Ante todo, nosotros, los cristianos, tenemos que reafirmar con convicción profunda y sentida la verdad de la Navidad de Cristo para testimoniar ante todos la conciencia de un don gratuito que es riqueza no sólo para nosotros, sino para todos.

De aquí se deriva el deber de la evangelización, que es precisamente comunicar esta ‘buena noticia’”.
En estos últimos días de preparación inmediata a la Navidad, el Santo Padre ha invitado a intensificar la oración para que "la violencia se venza con la fuerza del amor, que los malos entendidos cedan el paso a la reconciliación, que la prepotencia se transforme en deseo de perdón, de justicia y de paz". Deseando que "la paz esté en nuestros corazones… more en las familias" y "el mensaje de solidaridad y de acogida que procede de la Navidad contribuya a crear una profunda sensibilidad hacia las antiguas y nuevas formas de pobreza, hacia el bien común, en el que todos estamos llamados a participar". El Papa Benedicto XVI ha concluido su catequesis con este augurio: " Que la Navidad sea para todos la fiesta de la paz y de la alegría: alegría por el nacimiento del Salvador, Príncipe de la paz… Pidamos al Señor que abra nuestro espíritu para que podamos entrar en el misterio de su Navidad. Que María, que entregó su seno virginal al Verbo de Dios, que le contempló siendo niño entre sus brazos maternos, y que sigue ofreciéndolo a todos como Redentor del mundo, nos ayude a hacer de la próxima Navidad una ocasión de crecimiento en el conocimiento y en el amor de Cristo". (S.L) (Agencia Fides 20/12/2007)


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