VATICANO - El Papa en la Plaza de España a los pies de la estatua de la Inmaculada: "Una vez más, en este día solemne, la Iglesia indica al mundo a Maria como signo de segura esperanza y definitiva victoria del bien sobre el mal"

lunes, 10 diciembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Siguiendo la tradición, la tarde del sábado 8 de diciembre, el Santo Padre Benedicto XVI se acercó a la Plaza de España para el tradicional acto de veneración a la Inmaculada, definido por el mismo Pontífice como "un gesto de fe y devoción que nuestra comunidad cristiana repite de año en año, casi para recordar el propio compromiso de fidelidad hacia Aquella que, en todas las circunstancias de la vida cotidiana, nos asegura su ayuda y su materna protección… al mismo tiempo constituye una ocasión para ofrecer a todos los que viven en o pasan algunos días en la ciudad como peregrinos y turistas, la oportunidad de sentirse, aún en la diversidad de las culturas, una única familia que se reúne alrededor de una Madre que ha compartido las fatigas cotidianas de todas las mujeres y madres de familia".
En la homilía pronunciada a los pies de la columna de la estatua de la Virgen, el Santo Padre ha recordado que Maria es una madre "del todo singular, escogida por Dios para una misión única y misteriosa, la de engendrar a la vida terrena al Verbo eterno del Padre, venido al mundo para la salvación de todos los hombres. Y Maria, Inmaculada en su concepción virginal… realizó su peregrinación terrena sustentada por una fe valiente, una esperanza inquebrantable y un amor humilde e ilimitado, siguiendo las huellas de su hijo Jesús". Desde lo alto de la cruz Jesús nos la dio como madre, nos confió a Ella como sus hijos. Por ello, el Santo Padre ha invitado a volver nuestra mirada hacia Ella para suplicar su ayuda y acoger sus enseñanza: “¿No nos invita esta nuestra celeste Madre a huir del mal y a realizar el bien siguiendo dócilmente la ley divina inscrita en el corazón de todo cristiano? ¿Ella, que conservó la esperanza incluso en la mayor de las pruebas, no nos pide quizás no desanimarnos cuándo el sufrimiento y la muerte llaman a la puerta de nuestras casas? ¿no nos pide de mirar confiados nuestro futuro? ¿No nos exhorta la Virgen Inmaculada a ser hermanos los unos de los otros, todos unidos para construir juntos un mundo más justo, solidario y pacífico?”
El Papa ha continuado: "Una vez más, en este día solemne, la Iglesia indica al mundo a Maria como signo de segura esperanza y definitiva victoria del bien sobre el mal. Aquella que invocamos 'llena de gracia' nos recuerda que somos todos hermanos y que Dios es nuestro Creador y nuestro Padre. Sin Él, o aún peor contra Él, nosotros hombres no podremos encontrar nunca el camino que conduce al amor, no podremos derrotar nunca el poder del odio y de la violencia, no podremos nunca construir una paz estable". Benedicto XVI ha invitado a los hombres de todas las naciones y culturas a aceptar “el mensaje de luz y esperanza" que viene como don "de las manos de Maria, Madre de toda la humanidad". Citando después su Encíclica Spe salvi, el Papa ha recordado que la Iglesia mira a Maria invocándola como "estrella de la esperanza”. También nosotros hoy, "en nuestro común viaje por el mar de la historia necesitamos 'luces de esperanza'… Y quién mejor de Maria puede ser para nosotros 'Estrella de esperanza'?. Ella con su 'sí', con la oferta generosa de la libertad recibida por el Creador, ha permitido que la esperanza desde hacia milenios se hiciera realidad, le ha permitido entrar en este mundo y en su historia. Gracias a Ella Dios se ha hecho carne, se ha hecho uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros."
En la parte conclusiva de la homilía el Papa se ha dirigido, en lengua francesa, a los peregrinos reunidos en los Santuarios marianos de Lourdes y Fourvière (Lión) "para honrar a la Virgen Maria en este Año Jubilar del 150° aniversario de las apariciones de Nuestro Señora a santa Bernardette". En su camino espiritual "los peregrinos están llamados a desarrollar la gracia de su Bautismo, a alimentarse de la Eucaristía, a sacar de la oración la fuerza para el testimonio y la solidaridad con todos sus hermanos". El Santo Padre también ha esperado que "los santuarios desarrollen su vocación a la oración y la acogida de las personas que desean, sobre todo por medio del sacramento del Perdón, encontrar el camino hacia Dios". (S.L) (Agencia Fides 10/12/2007; Líneas: 49 Palabras: 770)


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