OCEANÍA/AUSTRALIA - “El voto es por el bien común, no para defender un interés privado”: llamamiento del Obispo Kevin Manning en las vísperas de las elecciones generales

viernes, 23 noviembre 2007

Canberra (Agencia Fides) - Se encuentra frecuentemente una concepción equivocada en los electores, cuando se dirigen a las urnas: votar con la intención de defender el propio interés privado, por conveniencia personal. Esta es una aproximación egoísta e individualista en la política que choca con la visión cristiana: el voto efectivamente debe inspirarse, ante todo, en la búsqueda del bien común para la sociedad y para la nación. Es lo que afirma Mons. Kevin Manning, Obispo de Parramatta, en una carta pastoral difundida en la víspera de las elecciones generales en Australia. Mañana, 24 de noviembre, los ciudadanos elegirán al nuevo Parlamento y al Primer Ministro.
El Obispo recuerda que “votar es un derecho-deber de todo ciudadano” y cada persona que vota tiene el deber de informarse, escogiendo a los candidatos “que estén guiados por sólidos principios morales”.
En una sociedad democrática, subraya el mensaje, “los votantes escogen a sus representantes como aquellos que están encargados de trabajar por el bien común, no por el bien individual. Las elecciones no son un hecho ‘que tiene que ver solo conmigo’, con mi bien económico social privado. Se trata de toda la nación y de todos los hombres que habitan en ella”.
La carta recuerda que los ciudadanos, votando por un candidato en vez de otro, pueden decidir la suerte de muchas vidas, “especialmente la de los más vulnerables, como los niños no-nacidos o los enfermos terminales”.
El Obispo llama la atención de los electores sobre algunos principios fundamentales. El primero es el respeto de la dignidad humana, base del derecho a la vida, así como base de los derechos que determinan una vida digna: comida, casa, trabajo, bienestar, educación, asistencia sanitaria, seguridad. Otro principio es la promoción del matrimonio y del vínculo indivisible entre hombre y mujer: una sociedad está sana si está sana la institución del matrimonio y de la familia.
El voto de cada ciudadano, subraya el Obispo, debe estar guiado por una conciencia bien orientada “por la ley de Dios escrita en nuestros corazones”, una brújula que está más allá de toda pertenencia a partidos o posiciones políticas.
Además existe, sobre muchas cuestiones de naturaleza social y política, la ayuda dada por la doctrina social de la Iglesia: ella ofrece reflexiones y líneas-guía que pueden constituir un punto de referencia para todos aquellos que están llamados a tomar una decisión, en el secreto de la urna. (PA) (Agencia Fides 23/11/2007 líneas 27 palabras 407)


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