VATICANO - El Papa en el Ángelus: “la lepra que realmente desfigura al ser humano y a la sociedad es el pecado; son el orgullo y el egoísmo que generan en el alma humana indiferencia, odio y violencia. Esta lepra del espíritu... nadie puede curarla si no Dios, que es Amor”- Llamado por la situación en Irak

lunes, 15 octubre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La parábola evangélica de Jesús que cura a diez leprosos, de los cuales uno solo -samaritano y por lo tanto extranjero- regresa para agradecerle, proclamada durante la Santa Misa del XXVIII domingo del Tiempo Ordinario, 14 de octubre, fue el tema principal de la reflexión en el discurso del Santo Padre Benedicto XVI antes del ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro. Sobre todo el Papa puso en evidencia los “dos grados de curación” en los que hace pensar la parábola: “uno, más superficial, hace referencia al cuerpo; el otro, más profundo, toca lo íntimo de la persona, aquél que la Biblia llama el ‘corazón’, y desde ahí se irradia a toda la existencia. La curación completa y radical es la ‘salvación’... la salvación es mucho más que la salud: es en efecto una vida nueva, plena, definitiva”. Además el Papa recordó que Jesús en esta parábola pronuncia la expresión: “Tu fe te ha salvado”, y explicó: “Es la fe que salva al hombre, restableciéndolo en su relación profunda con Dios, consigo mismo y con los demás; y la fe se expresa en el reconocimiento. Quien, como el samaritano curado, sabe agradecer, demuestra que no considera todo como algo debido, sino como un don que, incluso cuando llega por los hombres o por la naturaleza, proviene en última instancia de Dios. La fe implica entonces el abrirse del hombre a la gracia del Señor; reconocer que todo es don, todo es gracia”.
En los tiempos de Jesús la lepra era “considerada una ‘impureza contagiosa’ que exigía una purificación ritual”. Como destacó el Santo Padre, “la lepra que realmente desfigura al ser humano y a la sociedad es el pecado; son el orgullo y el egoísmo que generan en el alma humana indiferencia, odio y violencia. Esta lepra del espíritu, que desfigura el rostro de la humanidad, nadie puede curarla si no Dios, que es Amor. Abriendo el corazón a Dios, la persona que se convierte es sanada interiormente del mal”.
Asimismo Benedicto XVI, recordando el llamado a la conversión lanzado por Jesús al inicio de su vida pública y renovado por la Virgen Santísima en sus apariciones, prosiguió diciendo: “Hoy, pensamos en modo particular en Fátima donde, justamente hace 90 años, desde el 13 de mayo al 13 de octubre de 1917, la Virgen se apareció a tres pastorcillos: Lucía, Jacinta y Francisco. Gracias a los enlaces radiotelevisivos, quisiera hacerme espiritualmente presente en aquel santuario mariano, donde el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, ha presidido en mi nombre las celebraciones conclusivas de un tan significativo aniversario… A la Virgen pedimos para todos los cristianos el don de una verdadera conversión, para que sea anunciado y testimoniado con coherencia y fidelidad el perenne mensaje evangélico, que indica a la humanidad el camino de la auténtica paz”.
Terminados los saludos en diversas lenguas, el Santo Padre hizo un llamado por la paz en Irak y por la liberación de dos sacerdotes secuestrados: “Siguen llegando cotidianamente desde Irak graves noticias de atentados y violencias, que sacuden la conciencia de cuantos quieren de corazón el bien de aquel País y la paz en la Región. Entre estas, tomo hoy la noticia del secuestro de dos buenos sacerdotes de la Arquidiócesis siro católica de Mossul, amenazados de muerte. Hago un llamado a los secuestradores para que liberan prontamente a los dos religiosos y, recordando una vez más que la violencia no resuelve tensiones, elevo al Señor una dolorosa oración por su liberación, por cuantos sufren violencia y por la paz”. (S.L.) (Agencia Fides 15/10/2007; líneas 43, palabras 651)


Compartir: