VATICANO - Dedicada a San Cipriano, "el primer Obispo que en África obtuvo la corona del martirio", la catequesis del Santo Padre durante la audiencia general de esta semana

viernes, 8 junio 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - San Cipriano, Obispo africano del siglo III, que "fue el primer obispo que en África obtuvo la corona del martirio" y cuya fama está unida a la producción literaria y a la actividad pastoral de los trece años que transcurren entre su conversión y el martirio, ha sido el argumento de la catequesis tenido por el Santo Padre Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 6 de junio. Nacido en Cartago de rica familia pagana, Cipriano se convirtió al cristianismo a la edad de 35 años, después de una juventud disipada. Inmediatamente después fue elegido al oficio sacerdotal y a la dignidad de Obispo. Durante su Episcopado tuvo que afrontar las persecuciones de Decio (250) y Valeriano (257 -258) y después de la persecución particularmente cruel de Decio, tuvo que empeñarse con mucho esfuerzo por volver a poner disciplina en la comunidad cristiana, puesto que muchos fieles abjuraron, los llamados lapsi - es decir los 'caídos' -, que deseaban ardientemente volver a entrar en la comunidad. A esto se suma una grave epidemia que flageló África y la controversia sobre la validez del bautismo administrado a los paganos de cristianos heréticos.
"En estas circunstancias realmente difíciles - ha recordado el Papa Benedicto XVI - Cipriano demostró elevadas dotes de gobierno: fue severo, pero no inflexible con los «caídos», dándoles la posibilidad del perdón después de una penitencia ejemplar; ante Roma, fue firme en la defensa de las sanas tradiciones de la Iglesia africana; fue sumamente comprensivo y lleno del más auténtico espíritu evangélico a la hora de exhortar a los cristianos a la ayuda fraterna a los paganos durante la epidemia; supo mantener la justa medida a la hora de recordar a los fieles, demasiado temerosos de perder la vida y los bienes terrenos, que para ellos la verdadera vida y los auténticos bienes no son los de este mundo; fue inquebrantable a la hora de combatir las costumbres corruptas y los pecados que devastan la vida moral, sobre todo la avaricia". Detenidos por orden del procónsul, después de un breve interrogatorio Cipriano afrontó con valentía el martirio entre su pueblo.
Sus numerosos tratados y cartas, siempre ligados a su ministerio pastoral, tenían por objetivo la edificación de la comunidad y el buen comportamiento de los fieles. "La Iglesia es su tema preferido- ha explicado el Papa durante su catequesis -. Distingue entre «Iglesia visible», jerárquica, e «Iglesia invisible», mística, pero afirma con fuerza que la Iglesia es una sola, fundada sobre Pedro". No se puede olvidar tampoco la enseñanza de Cipriano sobre la oración. En su libro sobre el "Padre Nuestro” Cipriano enseña "como precisamente en el 'Padre Nuestro' se ofrece al cristiano la manera recta de rezar; y subraya que esta oración se conjuga en plural «para que quien reza no rece sólo por sí mismo… De este modo, oración personal y litúrgica se presentan firmemente unidas entre sí. Su unidad se basa en el hecho de que responden a la misma Palabra de Dios. El cristiano no dice «Padre mío», sino «Padre nuestro», incluso en el secreto de su habitación cerrada, pues sabe que en todo lugar, en toda circunstancia, es miembro de un mismo Cuerpo".
El Santo Padre ha concluido su catequesis recordando que "Cipriano se encuentra en los orígenes de esa fecunda tradición teológico-espiritual que ve en el «corazón» el lugar privilegiado de la oración. Según la Biblia y los Padres, de hecho, el corazón es lo íntimo del ser humano, el lugar donde mora Dios. En él se realiza ese encuentro en el que Dios habla al hombre, y el hombre escucha a Dios; en el que el hombre habla a Dios y Dios escucha al hombre: todo esto tiene lugar a través de la única Palabra divina". A continuación ha exhortado: "hagamos nuestro este ‘corazón que escucha’ del que nos hablan la Biblia y los Padres: ¡nos hace mucha falta! Sólo así podremos experimentar en plenitud que Dios es nuestro Padre y que la Iglesia, la santa Esposa de Cristo, es verdaderamente nuestra Madre" (S.L) (Agencia Fides 8/6/2007 - Líneas: 46 Palabras: 707)


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