VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Brasil - “Jóvenes, no desperdiciéis vuestra juventud. No tratéis de huir de ella. Vividla intensamente. Consagradla a los altos ideales de la fe y de la solidaridad humana”

viernes, 11 mayo 2007

São Paulo (Agencia Fides) - El jueves 10 de mayo por la tarde, tras dejar el Monasterio de São Bento, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió al estadio municipal “Paulo Machado de Carvalho” de Pacaembu donde tuvo lugar el encuentro con los jóvenes bajo el tema: “Joven, discípulo y misionero de Jesucristo”. En su largo discurso dirigido a los jóvenes, el Santo Padre manifestó su alegría por este encuentro, recordando la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia: “¡También algunos de ustedes aquí presentes estuvieron allá! Es un emocionante recuerdo, por los frutos abundantes de gracia concedidos por el Señor”. Benedicto XVI exhortó a los jóvenes a “ir adelante”: “Jamás podemos decir basta, porque la caridad de Dios es infinita y el Señor nos pide, o mejor, exige, que dilatemos nuestros corazones para que en ellos siempre haya más amor, bondad, comprensión con nuestro símiles y por los problemas que afectan no solo la convivencia humana, sino también la efectiva preservación y la custodia del ambiente natural, del que todos hacemos parte”.
Reflexionando sobre el texto de san Mateo (cfr 19, 16-22), el Santo Padre destacó que la pregunta del joven en su encuentro con Jesús - ¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? - “no contempla apenas el futuro. No trata apenas de una cuestión sobre qué pasará después de la muerte. Hay, por el contrario,… la pregunta cuestiona el sentido de la vida. Puede por eso ser formulada así: ¿qué debo hacer para que mi vida tenga sentido? O sea: ¿cómo debo vivir para cosechar plenamente los frutos de la vida? O más aún: ¿qué debo hacer para que mi vida no transcurra inútilmente? Jesús es el único capaz de darnos una respuesta, porque es el único que puede garantizar la vida eterna. Por eso también es el único que consigue mostrar el sentido de la vida presente y darle un contenido de plenitud”.
Jesús, antes de responder, pregunta al joven: “¿Por qué me llamas bueno?” “Aquel joven -explicó el Papa -percibió qué Jesús es bueno y que es maestro. Un maestro que no engaña. El joven del Evangelio tuvo una percepción de Dios en Jesucristo. Jesús nos garantiza que solo Dios es bueno. Estar abierto a la bondad significa acoger a Dios. Así Él nos invita a ver a Dios en todas las cosas y en todos los acontecimientos, inclusive ahí donde la mayoría solo ve la ausencia de Dios. Si lográsemos ver todo el bien que existe en el mundo y, más aún, experimentar el bien que proviene del propio Dios, no cesaríamos jamás de aproximarnos a Él, de alabarlo y agradecerle. Pero nosotros no conocemos sino de forma parcial. Para percibir el bien necesitamos de auxilios, que la Iglesia nos proporciona en muchas oportunidades, principalmente por la catequesis”. Los mandamientos son “los grandes indicadores” que nos conducen por el justo camino, explicó el Santo Padre, y “quien observa los mandamientos está en el camino de Dios”. “No basta conocerlos. El testimonio vale más que la ciencia, o sea, es la propia ciencia aplicada”.
Benedicto XVI se dirigió a los jóvenes: “Los años que estáis viviendo son los años que preparan vuestro futuro” y los invitó a vencer los miedos que manifiestan un enorme déficit de esperanza. “Pero mirándoos a vosotros, jóvenes aquí presentes, que irradiáis alegría y entusiasmo - continuó el Papa- asumo la mirada de Jesús: una mirada de amor y confianza, en la certeza de que vosotros encontrasteis el verdadero camino. Sois jóvenes de la Iglesia, por eso yo os envío para la gran misión de evangelizar a los jóvenes y a las jóvenes que andan errantes por este mundo, como ovejas sin pastor. Sed los apóstoles de los jóvenes… Que también ellos y ellas descubran los caminos seguros de los Mandamientos y por ellos lleguen hasta Dios”. El Papa exhortó a los jóvenes con estas palabras: “Sed hombres y mujeres libres y responsables; haced de la familia un foco irradiador de paz y de alegría; sed promotores de la vida, desde el inicio hasta su final natural; amparad a los ancianos, pues ellos merecen respeto y admiración por el bien que os hicieron. El Papa también espera que los jóvenes busquen santificar su trabajo… pero, sobretodo, el Papa espera que sepan ser protagonistas de una sociedad más justa y más fraterna”.
Benedicto XVI hizo un llamado a respetar la institución del Sacramento del Matrimonio: “No podrá haber verdadera felicidad en los hogares si, al mismo tiempo, no hay fidelidad entre los esposos. El matrimonio es una institución de derecho natural, que fue elevado por Cristo a la dignidad de Sacramento; es un gran don que Dios hizo a la humanidad, Respetadlo, veneradlo. Al mismo tiempo, Dios os llama a respetaros también en el romance y en el noviazgo”. El Papa agradeció a los consagrados, que “se entregan totalmente a Dios, bajo la moción del Espíritu Santo, participan en la misión de Iglesia, testimoniando la esperanza en el Reino celeste ante todos los hombres”.
“La juventud se muestra como una riqueza porque lleva al descubrimiento de la vida como un don y como una tarea -dijo el Pontífice en la parte conclusiva del discurso-. El joven del Evangelio percibió la riqueza de su juventud. Fue hasta Jesús, el Buen Maestro, a buscar una orientación. Pero a la hora de la gran opción no tuvo coraje de apostar todo en Jesucristo. Consecuentemente salió de allí triste y abatido… Mi pedido hoy, a vosotros jóvenes, que vinisteis a este encuentro, es que no desaprovechéis vuestra juventud. No intentéis huir de ella. Vividla intensamente, consagradla a los elevados ideales de la fe y de la solidaridad humana. Vosotros, jóvenes, no sois apenas el porvenir de la Iglesia y de la humanidad, como una especie de fuga del presente, por el contrario: sois el presente joven de la Iglesia y de la humanidad. Sois su rostro joven. La Iglesia necesita de vosotros, como jóvenes, para manifestar al mundo el rostro de Jesucristo, que se dibuja en la comunidad cristiana”.
Refiriéndose a la próxima inauguración de la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano, el Papa pidió a los jóvenes “sigáis con atención sus trabajos; que participéis en sus debates; que recéis por sus frutos. Como ocurrió con las Conferencias anteriores, también ésta marcará de modo significativo los próximos diez años de Evangelización en América Latina y en el Caribe. Nadie debe quedar al margen o permanecer indiferente ante este esfuerzo de la Iglesia, y mucho menos los jóvenes”. (S.L.) (Agencia Fides 11/5/2007; líneas 77, palabras 1.126)


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