ASIA/FILIPINAS - Familias desplazadas y pobres urbanos: el compromiso solidario de las comunidades católicas

lunes, 27 marzo 2023 cáritas   desplazados   pobreza  

Manila (Agencia Fides) - Son unas 300 las familias desplazadas que han perdido sus casas porque en los últimos días el Departamento de Obras Públicas de MetroManila ha comenzado la demolición de las estructuras de viviendas erigidas ilegalmente en Caloocan City para dar paso a la construcción de una autopista. Sólo 74 de ellos reúnen los requisitos para recibir ayudas económicas y de vivienda de la Autoridad Nacional de la Vivienda (NHA). Para los demás, que no reúnen los requisitos para tal ayuda, el gobierno de la ciudad ha declarado que recibirán algún tipo de subsidio del Departamento de Bienestar Social.
La medida de demolición vuelve a plantear un tema candente que preocupa a la metrópoli filipina: el de los asentamientos ilegales de los llamados "colonos" o "pobres urbanos", que viven en favelas pequeñas o muy grandes que salpican el territorio de la ciudad, construidas bajo puentes, en arroyos y orillas de ríos, o en terrenos baldíos. Según datos del ayuntamiento, en MetroManila, de una población total de 13 millones de habitantes, 5 millones de personas (unas 800.000 familias) viven en asentamientos informales diseminados por todo el territorio, formados por chabolas levantadas de forma desordenada e ilegal, sin servicios de ningún tipo. En el pasado, la política pública ha consistido en organizar la demolición selectiva de chabolas y de todas las construcciones ilegales, reubicando por la fuerza a sus ocupantes en otras provincias, como Bulacan.
Según encuestas sociológicas, en los suburbios de Manila las familias etiquetadas como "pobres urbanos" no tienen medios de subsistencia ni siquiera para criar a sus hijos, que a menudo no van a la escuela y se ven obligados a mendigar en las calles, mientras que los adultos son "trabajadores informales" que intentan ganarse la vida con actividades precarias y remuneradas a jornal, como la venta ambulante, el transporte informal (como los rickshaws) u otros pequeños trabajos jornaleros.
Ante la falta de respuesta del gobierno, varias parroquias y comunidades católicas de Manila han activado un servicio de comedor gratuito en las escuelas de la ciudad, católicas y no católicas, que permite a los niños y jóvenes de la calle disponer de una comida al menos una vez al día.
El "Secretariado Nacional de Acción Social-Justicia y Paz" de la archidiócesis, señalando el antiguo problema de los "pobres urbanos", invita a todos los fieles y a las autoridades civiles a "escuchar el grito de los pobres habitantes de las chabolas, encarcelados por ‘malvivir’ en esos callejones que sirven también de cocinas, baños, espacios de recreo y patios de recreo para los niños". Sus pequeñas viviendas, se recuerda, son rápidamente arrasadas cuando se produce un incendio, o hay un fenómeno meteorológico severo: en esos mementos se nos pide, “mirarlos como víctimas que claman por ayuda, y tratarlos con amor, caridad y misericordia, acogida”
Entre las organizaciones que se ocupan de los pobres urbanos está Cáritas Manila, que se encarga de proporcionar ayuda alimentaria a las familias pobres de la archidiócesis, entregando vales de comida para comprar víveres, a través de acuerdos con entidades privadas. Cáritas también gestiona programas de educación, asistencia social y empleo para familias pobres.
La pobreza urbana y la segregación social tienen raíces antiguas en Manila: ya en la época colonial española, los habitantes nativos vivían en suburbios como los de hoy. Según el Departamento de Obras Públicas, en el territorio de MetroManila (formado por la unión de 17 municipios) hay tres mil quinientos asentamientos ilegales en terrenos baldíos privados o públicos, generalmente a lo largo de ríos, cerca de vertederos, junto a vías de ferrocarril, bajo puentes y junto a plantas industriales.
Los asentamientos de chabolas son zonas deterioradas, peligrosas, insalubres y sin servicios públicos: los habitantes de las chabolas se identifican como "pobres urbanos", personas o familias con ingresos familiares por debajo del umbral de pobreza. El municipio ha clasificado estos asentamientos como "refugios temporales hechos de materiales recuperados"; "refugios semipermanentes"; "refugios permanentes" y a sus habitantes se les suele etiquetar como "squatters" (ocupantes ilegales).
Como promedio, el 75% de las familias de los barrios marginales de Manila son residentes de larga duración (más de cinco años, hasta 20 años) en la zona. La mayoría de las familias han emigrado a estas zonas desde otras ciudades y la mayor parte de la población de los suburbios trabaja en la "economía informal o sumergida".
(PA) (Agenzia Fides 27/3/2023)


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