ÁFRICA/ETIOPÍA - Allí donde todo se concentra en la presencia mística de Jesús resucitado

martes, 5 julio 2022

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Gode (Agencia Fides) – “La Ascensión en Gode, Pentecostés en Adaba, la Trinidad con las hermanas de la Madre Teresa en Goba, el Cuerpo y la Sangre del Señor en las dos comunidades de Robe y Goba", escribe a la Agencia Fides el P. Angelo Antolini, comentando el espíritu que anima la misión de la Prefectura Apostólica de Robe de la que es Prefecto, a propósito de lo que él llama "el mes de las grandes fiestas del Señor después de la Pascua".
“En Gode - continúa el capuchino - en la sencillez y esencialidad de la experiencia cristiana en el mundo islámico con la pequeña presencia del Señor resucitado estamos con la hermana Joachim, Abdella y Tesemma. Allí donde todo se concentra en la presencia mística de Jesús resucitado, que vive en el cielo y donde dos o tres se reúnen en su nombre (véase Fides 2/6/2022). En Adaba, donde las dos comunidades de Dodola y Adaba se reunieron en Pentecostés con la celebración de los sacramentos del Bautismo, la Eucaristía y la Confirmación de nuestros niños y jóvenes. Hubo mucha alegría, y la presencia del Espíritu estaba viva en la promesa de los siete jóvenes confirmandos, de convertirse en testigos del Señor resucitado. En Goba con las hermanas de la Madre Teresa en la fiesta de la Familia de Dios que es el Padre, el Hijo, el Espíritu y nosotros miembros de la misma familia en el Espíritu de Jesús que se nos dio y que nos hizo hijos adoptivos de Dios. En Robe e Goba, fiesta del Cuerpo y la Sangre de Jesús, el Señor quiso regalarme unas inspiraciones íntimas que son esas Palabras que quedan impresas, una experiencia indeleble. Experimenté el espíritu de la Pascua con especial intimidad. En la primera Alianza, el pan sin levadura y el vino eran los dos signos de la esclavitud en Egipto y de la libertad en la Tierra Prometida. Luego, Jesús en la Última Cena los toma, los usa, nos los da para comer, para beber y como memorial de su muerte y resurrección. En la homilía hice la comparación de un coche, hermoso, lujoso, pero sin motor. ¿Qué haces con él? ¿Qué es mi vida cristiana y la vida de la Iglesia sin el motor de la fe en Jesús muerto y resucitado? Esta maravilla que nos impregnó y transformó en las aguas del Bautismo y que podemos comer en el pan y beber en el vino de la Eucaristía”.
Dirigiéndose de nuevo a los fieles reunidos, el P. Antolini ha dicho: “No podéis imaginar lo importante que es para mí el Santo Sepulcro vacío de Jerusalén. He estado allí tres veces y si tengo un deseo es poder volver pronto, aunque sea por unas horas, para contemplar la geografía y la historia de mi fe. El Santo Sepulcro vacío es el núcleo de la central atómica, que nunca deja de arder. Sólo uno ha resucitado, Jesús, y entonces sólo puede ser el Hijo de Dios porque sólo Dios es la Vida y el autor de la vida. Si Jesús ha resucitado, nosotros también hemos resucitado con él y ya no moriremos. La muerte es sólo el paso estrecho hacia la vida, toda muerte, incluso las de cada día que intentan darnos tanta tristeza, y en cambio no hacen más que darnos vida y alegría, porque toda muerte, dolor, sufrimiento, humillación, fracaso, miseria, pobreza, enfermedad, no son más que puertas que nos abren a la vida, que nos hacen encontrar el amor de Dios y la comunión con nuestro Señor”.
“Si el mundo supiera que de la muerte sale la vida, qué diferente sería todo”, concluye el Prefecto Apostólico, agradeciendo a todos el apoyo que recibe en el servicio de la primera evangelización que le confía la Iglesia.
(AA/AP) (Agencia Fides 5/7/2022)


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