ASIA/SRI LANKA - "Necesitamos oración, paz y justicia para reconstruir desde los escombros un futuro próspero”.

miércoles, 11 mayo 2022 política   sociedad civil   oración   economía  

Colombo (Agencia Fides) – “Estamos en un momento muy triste y grave. La situación ha empeorado: llevamos años exigiendo justicia y transparencia a los políticos y legisladores. Pero el gobierno de Rajapaksa ha seguido destruyendo el país día tras día, robándole el dinero al pueblo. El lunes 9 de mayo fue un día triste. Un día negro para la historia de la nación. Ahora necesitamos oración, paz y armonía para reconstruir desde los escombros un futuro próspero y pacífico”. Así lo ha declarado a la Agencia Fides el P. Basil Rohan Fernando, sacerdote de la Archidiócesis de Colombo y Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en Sri Lanka, describiendo la crítica situación social y política de la nación.
“Hace unas semanas – continúa explicando el padre Fernando - se produjo un momento crucial: la gente salió a la calle, especialmente los jóvenes, con los líderes religiosos a su lado. La sociedad civil protestó y en pocos días la protesta se extendió a toda la nación. En todas partes, en cada rincón del país, los líderes religiosos, los jóvenes, los ciudadanos se unieron y salieron a la calle exigiendo paz, justicia y la dimisión de los Rajapaksas que han llevado al país a la ruina”. Recordando los acontecimientos de la trágica jornada del 9 de mayo, el sacerdote dice: “Nos manifestamos pacíficamente durante un mes. Luego, los partidarios del clan Rajapaksa, llegados de fuera de la ciudad, se reunieron y provocaron a la gente a la violencia. Jóvenes manifestantes pacíficos fueron atacados por militantes alcohólicos, que iniciaron una pequeña guerra civil y sembraron la devastación. La policía no detuvo los enfrentamientos y entonces el ejército intervino para calmar los ánimos. La tensión era alta en todos los distritos y algunos ciudadanos, furiosos, atacaron las casas de los ministros. Mientras tanto, los líderes religiosos de todas las confesiones se reunieron en Temple Trees y Galle Face Green, para reconfortar y apoyar a la gente”.
Ahora, en las calles de la capital de Sri Lanka, Colombo, tras la violenta jornada de enfrentamientos del 9 de mayo, cuyo trágico balance fue de cinco muertos, entre ellos un diputado, y más de 200 heridos, ha vuelto la calma, pero la tensión social se deja sentir. Numerosas casas fueron incendiadas y se produjeron fuertes enfrentamientos entre partidarios y detractores de la familia Rajapaksa, que llevan semanas acampados en una sentada permanente en la zona central de la capital ("Go Gota Gama"). Algunas personas están heridas en el hospital.
El primer ministro Mahinda Rajapaksa ha dimitido en un intento de calmar los ánimos y el ejército le escoltó ayer fuera de la capital. Los manifestantes reunidos frente a la puerta principal de su residencia lanzaron botellas de gasolina. Con la intervención de los militares, la situación volvió a estar bajo control y ahora Mahinda está con su familia en un lugar seguro desconocido. Su hermano Gotabaya, que ha permanecido en su puesto, debe decidir ahora de qué forma restablecer un ejecutivo en el país, evitando al mismo tiempo que la violencia vuelva a las calles.
La crisis económica que ya está en acto (véase Fides 4/4/2022) se ha agravado en el último mes: el 12 de abril, Sri Lanka anunció la suspensión del pago de su deuda externa y, al anunciar el impago, tuvo que aceptar que la reestructuración de la deuda externa nacional - que supera los 50.000 millones de dólares - fuera gestionada por el Fondo Monetario, cuya ayuda los Rajapaksas siempre han rechazado.
La crisis sin precedentes que azota a la isla se debe a las garras del Covid-19 y al desplome del turismo, pero, según la oposición, también a la mala gestión de los préstamos internacionales, que se han convertido en una deuda insolvente. La situación ha empeorado aún más con el aumento generalizado de los precios de los alimentos y del gasóleo, debido también a las repercusiones de la guerra en Ucrania, que se han dejado sentir en el Océano Índico, con efectos desastrosos sobre todo para los sectores más débiles de la población.
(PA-EG) (Agencia Fides 11/5/2022)


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