VATICANO - Catequistas, testigos de la fe hasta la entrega de la vida

martes, 11 mayo 2021

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Son muchos los catequistas que, en todos los continentes, han permanecido fieles al mandato recibido de anunciar a Cristo y su Evangelio hasta el sacrificio supremo de sus vidas. Hombres, mujeres e incluso niños, animados por el Espíritu, han sido auténticos “testigos de sangre” de Cristo. Mirando esta “hueste innumerable” recordamos a algunos que han sido beatificados.

El 24 de mayo de 2014 fueron beatificados el misionero del PIME (Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras) padre Mario Vergara y el catequista Isidoro Ngei Ko Lat, que murieron como mártires en Birmania por odio a la fe en mayo de 1950. El Papa Francisco había deseado el 21 de mayo: “Que su heroica fidelidad a Cristo sea un estímulo y un ejemplo para los misioneros y, especialmente, para los catequistas que en tierras de misión realizan una preciosa e insustituible labor apostólica, por la que toda la Iglesia les está agradecida”. No hay mucha información sobre la vida del catequista Isidore Ngei Ko Lat, que es el primer fiel de Birmania en ser beatificado. Bautizado el 7 de septiembre de 1918, Isidore pertenecía a una familia de agricultores convertidos al catolicismo. Desde muy joven, frecuentaba a los misioneros y a menudo iba con ellos. Entró en el seminario menor de Toungoo, mostrando celo y compromiso, pero debido a su mala salud tuvo que volver con su familia. Decidido a comprometerse con el Señor, no se casó y abrió una escuela privada gratuita en su pueblo, donde también daba clases de catecismo. En 1948 conoció al P. Vergara, que le invitó a ejercer de catequista en Shadaw. Isidoro permanecería al lado del misionero hasta su martirio.
Los beatos mártires David Okelo y Gildo Irwa son dos jóvenes catequistas ugandeses que vivieron a principios del siglo XX. Pertenecían a la tribu Acholi, cuyos miembros siguen viviendo hoy en día principalmente en el norte de Uganda. Su martirio tuvo lugar tres años después de la fundación por los misioneros combonianos de la misión de Kitgum (1915). A los dos jóvenes les unía una profunda amistad y el deseo de dar a conocer el cristianismo a sus compatriotas. No conocemos su fecha exacta de nacimiento, pero sí la de su bautismo (6 de junio de 1916), confirmación (15 de octubre del mismo año) y martirio (19 de octubre de 1918). En ese momento David tenía 16/18 años y Gildo 12/14. En los primeros meses de 1917, al morir el catequista del pueblo de Paimol, David preguntó al superior de la misión de Kitgum si podía sustituirlo. Le asignaron al joven Gildo Irwa como ayudante. El misionero le planteó las dificultades de tal compromiso, pero David respondió: “No temo a la muerte. Jesús también murió por nosotros”. En Paimol se dedicaron sin descanso a su misión, además de ganarse la comida trabajando en el campo. Enseñaban el catecismo, dirigían las oraciones y animaban las canciones. En poco tiempo fueron bien vistos por todos. Entre el 18 y el 20 de octubre de 1918 fueron atravesados por las lanzas de dos Adwi, que se habían levantado en armas contra las imposiciones de los dirigentes coloniales. Antes de matarlos les pidieron que dejaran la aldea y la enseñanza del catecismo, para salvar sus vidas, pero se negaron. Fueron beatificados el 20 de octubre de 2002, Día Mundial de las Misiones.
El beato Pedro ToRot (1912-1945), catequista laico, mártir y primer beato de Papúa Nueva Guinea, fue asesinado en la época de la ocupación japonesa por negarse a aceptar la poligamia. Se le recuerda como un hombre de valor y fortaleza en la fe, la oración y la determinación de seguir a Jesucristo con su vida hasta las últimas consecuencias. Peter ToRot fue un “cristiano de segunda generación” que siguió los pasos de sus padres. Era padre de familia, catequista, profesor, y murió como un mártir en defensa de su fe cristiana después de trabajar duro para ser un buen profesor y catequista. Casado, llevó una vida conyugal y familiar según las enseñanzas del Evangelio. Defendió los valores del matrimonio y se resistió a la cultura tradicional de la poligamia y a las leyes del Ejército Imperial Japonés, y murió defendiendo su fe. Fue beatificado el 17 de enero de 1995 por Juan Pablo II durante su viaje pastoral a Papúa.
El 23 de abril de 2021 ha tenido lugar en Santa Cruz del Quiché la beatificación de diez mártires de la diócesis guatemalteca del Quiché. Esta tierra, como gran parte de América Latina, ha sido bañada por la sangre de muchos mártires, “testigos fieles de Dios” y de su Evangelio, comprometidos con la construcción de la comunidad y la sociedad según los valores del Reino. Los 3 sacerdotes misioneros y 7 laicos, entre ellos un niño de 12 años, fueron asesinados por odio a la fe entre 1980 y 1991. Les movía únicamente el amor a Dios y a sus hermanos más pobres, en una época de persecución de la Iglesia y de violencia contra toda la población. Además de los sacerdotes, Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, todos nacidos en España, han sido beatificados 7 laicos: Domingo del Barrio Batz, casado, asesinado junto al padre Cirera; Juan Barrera Méndez, 12 años, miembro de la Acción Católica; Tomás Ramírez Caba, casado, sacristán; Nicolás Castro, catequista y ministro extraordinario de la Comunión; Reyes Us Hernández, casado, involucrado en actividades pastorales; Rosalío Benito, catequista y agente de pastoral; Miguel Tiu Imul, casado, director de la Acción Católica y catequista. En su mensaje de beatificación, los obispos de Guatemala escribieron: “Bendita sea la sangre derramada por estos hermanos nuestros, porque con su testimonio nos han mostrado lo que significa amar a Jesucristo... Benditos sean los mártires de un pueblo indígena bendecido por la fe en Jesucristo, porque nos han mostrado hasta dónde puede llegar la entrega de un catequista o de un misionero”.
(SL) (Agencia Fides 11/05/2021)


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