AMÉRICA/CANADÁ - Arzobispo Dal Toso a los obispos: "No basta con decir que la Iglesia es misionera, hay que decir cuál es el objetivo de la misión"

martes, 24 septiembre 2019 giampietro dal toso   mes misionero extraordinario   animación misionera   obras misionales pontificias   conferencias episcopales  

Cornwall (Agencia Fides) - "No basta con decir simplemente que la Iglesia es misionera, sino que hay que decir el objetivo de la misión, que es ad gentes, a los pueblos, a las personas, dar el anuncio de la fe, que es Cristo muerto y resucitado y establecer nuevas comunidades cristianas". Así lo subrayó el arzobispo Giampietro Dal Toso, presidente de las Obras Misionales Pontificias (O.M.P.), ayer 23 de septiembre, durante la presentación del informe principal a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Canadiense, que se celebra del 23 al 27 de septiembre en el Nav Centro, de Cornwall, Ontario.

Refiriéndose a la naturaleza de la misión, el arzobispo reiteró la validez de lo que el Concilio Vaticano II afirmaba en el Decreto Misionero Ad Gentes, señalando que "en el pasado, a veces, la ayuda al desarrollo se entendía como misión", lo que ha causado algunos problemas en Canadá porque "lo que nació como ayuda para la misión se ha transformado en ayuda al desarrollo".

"Los decenios que nos separan del Concilio -continuó el presidente de las Obras Misionales Pontificias- no han limitado, sino que, por el contrario, están poniendo de relieve la necesidad de la misión y de la misión ad gentes, es decir, de los que no conocen a Cristo. Todos sabemos lo mucho que la naturaleza misionera de la Iglesia es importante para el papa desde su documento programático, donde dice que la actividad misionera es paradigmática para toda actividad de la Iglesia. Pero también diría que la realidad misma está imponiendo la missio ad gentes, basta tomar los datos estáticos: en Inglaterra el 53% de la población declara que no tiene afiliación religiosa; en Alemania una encuesta predice que en 2060 los cristianos serán la mitad de los actuales, y esto especialmente porque los jóvenes de entre 25 y 40 años ya no bautizan a sus hijos. Así que incluso en nuestro Occidente los hechos imponen la missio ad gentes, es decir, el anuncio de la fe a los que no creen".
Inherente a este concepto de la misión ad gentes es el intercambio de personal misionero, que la Iglesia canadiense en el pasado envió y hoy recibe sobre todo. "Justamente el campo misionero es un campo privilegiado para manifestar la relación de recíproco enriquecimiento entre la Iglesia universal y la Iglesia local. Si es verdad que la Iglesia universal se encuentra concretamente en la Iglesia local, también es verdad que la Iglesia local no puede existir sin la Iglesia universal. Entre ellos hay una relación que impide que la Iglesia local se cierre y se convierta en Iglesia nacional. Cuanto más se abre la Iglesia local a la misión, más descubre que es una Iglesia universal, abierta a las necesidades de todos los hombres. Es precisamente la actividad misionera la que muestra que ninguna Iglesia es autónoma, sino que vive en el flujo vital que la une a todas las Iglesias".

Por eso, el presidente de las Obras Misionales Pontificias insistió en esta relación entre lo universal y lo local, "porque muchos males han llegado a la Iglesia local cuando ésta se ha vuelto hacia su pequeño mundo", y ha recordado también que "el ministerio episcopal mismo, según el Concilio, debe ser leído en esta dinámica".
En esta amplia visión de la misión ad gentes y de la relación entre lo local y lo universal se sitúa el carisma de las Obras Misionales Pontificias, "una red mundial al servicio del papa para sostener la misión y las Iglesias jóvenes con la oración y la caridad", de la cual el arzobispo ilustró los orígenes, las finalidades y la estructura, subrayando su profunda relación con la pastoral diocesana.

Refiriéndose a la cooperación misionera entre diócesis, mons. Dal Toso señaló que "no puede reemplazar el espíritu misionero universal que el ‘sucesor de Pedro’ sirve como Pastor Universal" y que "la movilidad humana trae nueva vida también a nuestras Iglesias de antigua tradición". Sin embargo, subrayó que "la acogida de sacerdotes y religiosos en los países occidentales debe ir acompañada de un acompañamiento serio" y que el acuerdo entre los obispos de la diócesis de partida y de acogida "debe prever también una duración de servicio limitada en el tiempo, porque no podemos agotar los territorios de misión del clero que de la cual ellos mismos todavía necesitan".

En la parte final de su discurso, el arzobispo se refirió al Mes Misionero Extraordinario de octubre de 2019, ilustrando su génesis histórica, sus motivaciones teológico-pastorales y algunos aspectos prácticos. "A veces se puede caer en la tentación de considerar la misión como una dimensión adicional, mientras que la misión es esencial y es importante comprender la conexión entre la pastoral ordinaria y la pastoral misionera. La sensibilización misionera no es algo aparte del cuidado pastoral, sino que de alguna manera es la cúspide de la misma. Nuestras OMPs quieren servir en última instancia a este propósito y el Mes Misionero es una oportunidad extraordinaria para ello: ayudar a la pastoral ordinaria a encontrar en la actividad misionera una fuerza adicional que vaya más allá de ella".
(SL) (Agencia Fides 24/9/2019).


Compartir: