NEWS ANALYSIS/OMNIS TERRA - Los “enemigos sutiles” de la santidad

lunes, 9 abril 2018 santidad   misión   cristianismo  

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Hoy ha sido presentada en el Vaticano la nueva Exhortación apostólica del Papa Francisco “Gaudete et exultate”, sobre la “llamada a la santidad en el mundo contemporáneo”. Se trata de un documento de cinco capítulos y 177 parágrafos que invita a ser santos hoy en día. La santidad - dice el Papa - no es una llamada para unos pocos sino que es un camino para todos, que hay que vivir cotidianamente: “El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”, escribe Francisco.

Publicamos una reflexión, elaborada por Gianni Valente, periodista de la Agencia Fides, que ha presentado la Exhortación en la Sala de Prensa vaticana, comentando la parte central del documento:

En el segundo capítulo de la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate el Papa Francisco se detiene sobre lo que define «dos falsificaciones de la santidad que podrían desviarnos del camino: el gnosticismo y el pelagianismo». Una vez más el Papa hace referencia a los nombres de estas dos herejías «que surgieron en los primeros siglos cristianos», y que a su juicio «siguen teniendo alarmante actualidad» (35).
Para tratar de sugerir que tienen que ver el Gnosticismo y el Pelagianismo con un texto papal sobre la llamada universal a la santidad, quizás sea apropiado iniciar precisamente de la santidad, de cómo se vive y como la considera la Iglesia en sus enseñanzas.
Santidad y gracia
La santidad, como se repite en esta exhortación, es un fruto, un don de la gracia en la vida de la iglesia. La Constitución dogmática conciliar Lumen Gentium, en uno de los parágrafos dedicados precisamente a la vocación universal a la santidad, reconoce que la santidad «se manifiesta en los frutos de gracia que el Espíritu produce en los fieles» (LG 39).
Esto quiere decir que la santidad no es el resultado de un esfuerzo propio. Quiere decir que es Cristo mismo quién inicia y perfecciona la santidad que puede florecer de la gracia del bautismo. Precisamente por esto las «propuestas engañosas» que siguen el camino del antiguo pelagianismo y del gnosticismo pueden representar un obstáculo a la llamada universal a la santidad: estas propuestas, de hecho, aunque de forma diferente, son las que tratan de negar la necesidad de la gracia de Cristo y la dinámica histórica, real y gratuita de su acción (…)


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