ÁFRICA - Migrantes y land-grabbing, luz de alarma de la injusticia; contra las fake news el compromiso de todos

martes, 14 noviembre 2017 animación misionera   justicia   economía  

Roma (Agencia Fides) - Los migrantes de África son la luz de alarma de una serie de injusticias sociales y económicas globales que llaman a todos a trabajar por una verdadera justicia basada en la solidaridad: este es el sentido de la serie de intervenciones en el encuentro “África no es una fake news”, promovido por los misioneros combonianos, que se ha celebrado este 14 de noviembre en Roma.
El punto principal que hay que señalar es que el fenómeno de la migración se refiere sobre todo a África: solo Uganda, por ejemplo, alberga a más de un millón de refugiados sudaneses. El número de migrantes y solicitantes de asilo que llegan a Europa es un pequeño porcentaje en comparación con los africanos que se desplazan dentro de su continente. Son personas que a menudo huyen de guerras, del cambio climático y del saqueo de sus tierras para hacer sitio a las multinacionales agrícolas extranjeras.
“El fenómeno de los inmigrantes que tanto asusta a la opinión pública europea es un fenómeno que nosotros mismos producimos”, ha declarado el padre Domenico Guarino, un misionero comboniano que, después de haber trabajado en América Latina, especialmente en Perú, ahora trabaja en la comunidad de Palermo en favor de los migrantes.
Basta un dato para explicar la idea de lo que ha dicho el p. Guarino: de los 30 millones de hectáreas de tierras fértiles acaparadas en todo el mundo por el conocido fenómeno del “land grabbing”, aproximadamente la mitad se encuentra en África. Luciano Ardesi, sociólogo y experto en acaparamiento de tierras, o mejor dicho de los procesos de acaparamiento de tierras explica que este fenómeno se ha acelerado en los últimos 10 años, debido a la crisis financiera de 2007-2008, empujando a los inversores internacionales a diversificar sus inversiones, y debido a la creciente demanda de productos alimenticios y al aumento de la producción de biocombustibles. El fenómeno es difícil de controlar precisamente porque la mayoría de los contratos entre los gobiernos interesados y los inversores están cubiertos por el secreto. Sin embargo, algunos datos son conocidos.
Mozambique encabeza el ranking de países africanos afectados por el fenómeno: más de 3 millones de hectáreas (10% de su suelo) han sido arrendadas a largo plazo a multinacionales y estados extranjeros. Un solo contrato con una empresa de los Emiratos Árabes Unidos sobre el otorgamiento de 600,000 hectáreas de tierras cultivadas ha causado el desplazamiento de 500,000 campesinos que han perdido sus medios de subsistencia.
Las mujeres son las principales víctimas de la destrucción de la agricultura tradicional, causada por el acaparamiento de tierras, porque ellas son la principal fuerza de trabajo de la agricultura africana. Las mujeres, a su vez, son las principales víctimas de la trata de personas, ha recordado la hermana Gabriella Bottani, combiniana, coordinadora de Talitha Kum, una red mundial de vida consagrada contra la trata de personas. La religiosa ha explicado que hay personas con las que se trafica dentro de su mismo país, otros en países vecinos y luego están las que son enviadas a otros continentes. Según algunas estimaciones, se han encontrado trata de africanos en 69 naciones de todo el mundo, incluidas las Américas. Está claro que hay organizaciones criminales capaces de manejar tráficos así de complejos.
El uso de órganos humanos (tanto para fines médicos como para realizar rituales “mágicos”), la explotación de la prostitución y mucho más, son la motivación de estos tráficos.
África es saqueada de su gente, de sus tierras y de sus riquezas naturales. El país que es la víctima principal de todo esto es la República Democrática del Congo, una verdadera mina de madera, minerales estratégicos (cobre, cobalto, coltán, estaño, oro), diamantes y petróleo.
Pero para el pueblo congoleño, estas riquezas no son una bendición sino una maldición, porque los intereses nacionales y extranjeros han hecho que el país experimente la dictadura de Mobutu, de 32 años, y luego un período de inestabilidad que todavía persiste para saquear ilegalmente sus recursos. El P. Elias Sindjalim (Comboniano togolés que trabaja en la República Democrática del Congo) ha señalado que debido a esta situación, el 86% de la población congoleña está desempleada y los que tienen un trabajo perciben salarios insuficientes que se han reducido a la mitad en los últimos dos años por la depreciación de la moneda nacional. La esperanza, comenta a la Agencia Fides el p. Elías “llegará del despertar de las poblaciones africanas. Soluciones africanas para los problemas africanos” (L.M.) (Agencia Fides 14/11/2017)


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