VATICANO - "¡Acoger a Jesús y llevarlo a los demás es la verdadera alegría del cristiano! Sigamos e imitemos a Maria, un alma intensamente eucarística, y toda nuestra vida se convertirá en un Magnificat": exhortación del Papa en la conclusión del mes mariano

miércoles, 1 junio 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "En el especial Año de la Eucaristía, que estamos viviendo, Maria nos ayuda sobre todo a descubrir cada vez más el gran sacramento de la Eucaristía. El querido Papa Juan Pablo II en la última Encíclica - Ecclesia de Eucharistia - la ha presentado como 'mujer eucarística' en toda su vida. 'Mujer eucarística' en profundidad, a partir de su actitud interior: desde la anunciación, en que se ofreció a si misma para la encarnación del Verbo de Dios, hasta la cruz y a la resurrección; 'mujer eucarística' en el tiempo después de Pentecostés, cuando recibió en el Sacramento ese Cuerpo que Ella había concebido y llevado en el seno". Con estas palabras se dirigió el Santo Padre Benedicto XVI a los fieles reunidos en los Jardines Vaticanos con motivo del final del mes de mayo. En el último día del mes mariano, martes 31 de mayo, tuvo lugar el rezo del Rosario durante la procesión desde la iglesia de San Stefano degli Abissini hasta la Gruta de la Virgen de Lourdes. El encuentro de oración estuvo presidido por Su Exc. Mons. Angelo Comastri, Vicario General de Su Santidad para el Estado de la Ciudad del Vaticano. A las horas 21, Papa Benedicto XVI llegó a la Gruta de Lourdes, dónde se recogió en oración y pronunció pronunciado una breve reflexión sobre Maria "Mujer eucarística."
Meditando el misterio de la Visitación de la Virgen Maria a Santa Isabel, el Santo Padre dijo: "En cierto modo podemos decir que su viaje fue - nos gusta subrayarlo en este Año de la Eucaristía - la primera "procesión eucarística" de la historia. Tabernáculo viviente del Dios hecho carne, Maria es el arca de la Alianza, en el que el Señor ha visitado y redimido a su pueblo. La presencia de Jesús la llena de Espíritu Santo". Este encuentro está invadido por la alegría del Espíritu, que encuentra su expresión en el Cántico del Magnificat. "¿No es quizás también esta la alegría de la Iglesia, que continuamente acoge a Cristo en la santa Eucaristía y lo lleva al mundo con el testimonio de la caridad laboriosa, empapada de fe y de esperanza? ¡Sí, acoger a Jesús y llevarlo a los demás es la verdadera alegría del cristiano! Queridos hermanos y hermanas, sigamos e imitemos a Maria, un alma intensamente eucarística, y toda nuestra vida se convertirá en un Magnificat. Sea esta la gracia que juntos pedimos esta tarde a la Virgen Santísima, al final del mes de mayo". (S.L) (Agencia Fides 1/6/2005, Líneas: 30 Palabras: 462)


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