VATICANO - "Las parejas de hecho constituyen el principio para destrozar, pieza a pieza, la institución familiar, un bien común de los pueblos muy valioso y patrimonio de toda la humanidad": entrevista de Fides al Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia

lunes, 2 mayo 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Ante la grave situación actual en España de ataque sistemático a la familia por medio de las distintas medidas que el gobierno está imponiendo como son la modificación del Código Civil para permitir el “matrimonio” entre personas del mismo sexo con la posibilidad de adoptar hijos, la agilización de los procesos de separación y divorcio, entrega gratuita en todos los centros de salud de la píldora abortiva del día después, la Agencia Fides ha dirigido algunas preguntas a Su Em. el Cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia.

¿Eminencia, cuál es su valoración sobre las recientes leyes en curso de aprobación en el Estado español sobre el ‘matrimonio entre personas del mismo sexo' y la agilización de los procesos de separación y divorcio?
He hablado en estos días de los graves problemas que conciernen la familia y la vida en algunos países a causa de una mala interpretación de lo que representa una mayoría parlamentaria y de las leyes que pueden emanar de la misma. Desde la más antiguas y venerables tradiciones reconocemos que las leyes que no son justas son llamadas leyes inicuas porque falta la equidad propia de la justicia.
Santo Tomás dice lex injusta non abligat. Esto significa que si las leyes no representan un bien para la integridad del hombre y de la sociedad, estas leyes constituyen más bien una imposición del exterior y pueden arruinar el edificio de una institución natural tan importante en la sociedad y en la Iglesia como es la familia. Debemos recordar la Carta a Diogneto que dice: los cristianos se parecen a todos en muchas cosas, en el comer, en el vestir, pero no se asemejan en esto: el lecho no es común. Quiere decir que el lecho constituye únicamente el lugar de un amor conyugal fiel, exclusivo, duradero hasta la muerte, es el lugar dónde, por medio de la apertura a la vida, se pueden engendrar los hijos. Esto expresa por tanto las propiedades y significado del matrimonio recordados en la Humanae Vitae: significado unitivo y significado procreativo.
Por ello, la `puerta que se abierto o se intenta abrir en algunos parlamentos, como en el caso de España, hacia las parejas de hecho es el principio y la base para deslizarse hacia otros problemas que empeoran la situación y de este modo, destrozar, pieza a pieza, la institución familiar, un bien común de los pueblos muy valiosos y patrimonio de toda la humanidad. La Carta a Diogneto también dice que no se cause daño a los hijos, esto es, en primer lugar que no se aborte, que se respete su vida.
La Iglesia considera estos dos grandes principios como centrales, como algo esencial querido por Dios como un diseño sagrado desde la creación, tal como leemos en el Evangelio de Mateo (cap. 19). Este no es una invención nuestra, sino que forma parte del diseño sacratísimo del Creador que quiere el bien de la humanidad. A veces se oye decir: ¿pero en qué hacemos mal? Precisamente en lo que la Iglesia aprecia más y por lo que ha tenido incluso que sufrir en muchas épocas de la historia. Hoy el problema es más grave y así poco a poco, se ha llegado a las parejas de hecho que es una ficción jurídica. Estas uniones no prometen nada a los hijos, nada a la pareja, ninguna estabilidad, nada ante la sociedad ni ante Dios; pero quieren tener todos los efectos que son propios del auténtico matrimonio.
En las uniones de hecho no se ofrece nada. Se ha presentado como un progreso lo que en realidad no es sino un significativo retroceso moral. El problema se ha agravado porque todas este parejas se presentan como una alternativa al matrimonio. Nunca, desde la más antigua humanidad, desde el más antigua cultura, en todos pueblos, se ha aceptado otra cosa distinta al matrimonio como unión de amor y vida entre un hombre y una mujer. Toda la historia lo ha demostrado. Los grandes antropólogos observan que nunca se ha conocido nada similar..

¿Qué hay, según su opinión, a la base de esta pretensión de destrozar la concepción del matrimonio?
Para aceptar los "matrimonios" de personas del mismo sexo han tenido que cambiar, falseándola, la definición del mismo matrimonio. Es esta la primera vez en la historia que un país hace una cosa de tal género. Cambiando la definición dicen: el matrimonio puede ser la unión de dos personas. Pero no explicitan que debe ser de dos personas de sexo diferente. Nos hacen creer que éste es un derecho y no un daño para la familia. ¿Pero, qué persona, con una elemental formación antropológica, en la historia de la cultura humana, en el pensamiento jurídico puede afirmar una cosa tal? Si tomamos cualquier diccionario en cualquiera lengua, hasta hace cinco años, el matrimonio era definido como la unión entre un hombre y una mujer. Por tanto, es algo que va contra el mismo sentido común, que va contra los principios del derecho. Y aunque se muestran maravillados por la posición de la Iglesia acerca de la familia, deben considerar que la concepción del matrimonio es un patrimonio común de la humanidad. Así en España, por ejemplo, los musulmanes, los Judíos y otros han protestado públicamente porque el auténtico matrimonio es un patrimonio común de la humanidad y de la religión.
Yo debo ser, ante Dios y respetando mi misión, fiel a este principio: el matrimonio viene de Dios y es una institución natural del Creador, para proteger el verdadero amor, proteger a los niños, proteger a los esposos. De otro modo, los esposos se verán condenados a no creer en nadie, porque es como si hubiera sido instituido el hecho de la no fidelidad, antes bien, se instituye en grado sumo, la suma infidelidad de un tipo de unión que ante la sociedad y ante Dios no puede sostenerse.
Para poder llegar a esto, ya hace tiempo que comenzaron a preparar el terreno, a través de la llamada teoría del 'género'. Dicen: el sexo no es algo que pertenezca a la naturaleza humana, no es algo intrínseco, constitutivo, aunque el código genético demuestre lo contrario. Ellos afirman por el contrario, que esto no es importante porque la persona puede hacer posteriormente su propia elección, porque las culturas no son permanentes sino mudables. Esta teoría ha servido para preparar esta posibilidad de parejas de hecho de personas del mismo sexo.

¿Qué puede decir sobre la posibilidad de que estas parejas del mismo sexo puedan adoptar niños?¿Cuál serán las consecuencias sobre los niños?
Esto constituye la destrucción del futuro de los niños. Los niños padecen de esta manera una violencia moral. En la convención de la Nación Unidos del año 1998 se afirmó: el principio más grande debe ser el bien del niño, el derecho del niño. Este es el principio central vigente en las diversas constituciones de tantísimos firmantes de la convención. Esta convención fue también aprobada por la Convención de la Haya. Yo tuve el honor y la responsabilidad de dirigir, en las Naciones Unidas, la delegación del Santa Sede hace dos años y recordé a las mismas Naciones Unidas que es sacratísimo el derecho del niños de tener una verdadera familia dónde puedan ser amados, puedan crecer y desarrollarse de forma armoniosa. Y nadie protestó. En cambio ahora, recibo protestas, cuando en cambio se trata de una cosa que la Iglesia ha predicado en todo el mundo. Lo hizo Juan Pablo II, lo hizo el Cardenal Ratzinger, hoy nuestro querido Papa, lo han hecho las Conferencias Episcopales. Por tanto, no es una opinión personal sino un deber que yo tenga trabajando por la familia.
Ellos dicen que estos niños adoptados por parejas del mismo sexo son felices. Quizás sí, mientras tienen uno o dos años de edad, pero cuándo lleguen al uso de la razón, cuando crezcan ¿cuál no será la tragedia de presentarse a los otros y decir "mis padres" son dos hombres o dos mujeres? De este modo fácilmente se pone en peligro la personalidad, el equilibrio, la armonía de los niños. Nuestros expertos de todo el mundo dicen unánimemente que se trata de una violencia sobre los niños, porque los niños buscan un modelo a imitar y el modelo más próximo son los padres. Pero cuándo estos son del mismo sexo, ¿qué es lo que asimilará el niño? Presentan esta realidad como si fuera un firme, madura y posible realidad. Y este no es verdad.
En diversas ocasiones he repetido que es necesario respetar a las personas homosexuales, quererlas, ayudarles, hacerles ver que no existe solamente esta vida sino la otra y hacerles ver cómo pueden salir de esta situación, si realmente lo quieren. La Iglesia no quiere que estas, llamadas parejas, sufran discriminación, humillaciones o verse sometidas a bromas o cualquier tipo de falta de respeto. Son personas humanas a las que debemos amar. No es verdad que la Iglesia no ame a estas personas, pero precisamente porque las ama, quiere conducirlos a la salvación.

¿Cómo puede el cristiano oponerse a este tipo de ley injusta?
En los nn. 69, 73, 74 de la Evangelium Vitae, viene invocada la objeción de conciencia. Esto quiere decir que toda persona puede invocar la objeción de conciencia y no prestarse a condescender claramente con un tal delito, que representa la destrucción del mundo. La objeción de conciencia siempre ha estado respetado en el derecho y en las constituciones de todos los pueblos y Estado está llamado a respetarlo siempre sin ejercer amenazas. Un creyente no debe aceptar "quemar incienso" a falsas divinidades como los primeros cristianos no lo hicieron ante los emperadores. Si se obligan a los cristianos a hacer algo contrario a su fe, a su conciencia, se repetiría la historia. Por ello, el Papa, Juan Pablo II, repitió siempre que hay que obedecer antes a Dios que a los hombres.
Los cristianos, aunque sean empleados del Estado, están llamados a hacer uso de la objeción de conciencia porque la ley de la que hablamos es una herida profunda al sentido moral, a la fe. Y es un problema mundial porque esto está escandalizando universalmente a todas las religiones y a todas las culturas. Por lo tanto, es un desafío mundial. La objeción de conciencia no es una invención de la Iglesia. Un cristiano tiene que oponerse y hacer respetar su fe, así como un médico se opone a realizar un aborto. La objeción de conciencia no es solamente para el caso del aborto o el ‘matrimonio’ entre homosexuales sino que sirve para toda ley inicua. Y en este caso son profundamente inicuas y, por tanto, se puede usar la objeción de conciencia.
Esto fue afirmado también por el Papa Juan Pablo II el 29 de enero del 2002 hablando a la Rota Romana del divorcio. Debe pues existir la posibilidad de recurrir a la objeción de conciencia siempre que el Estado no sea totalitario. En este sentido, nos encontraríamos ante el más crudo totalitarismo si cuando alguien recurriese a la objeción de conciencia fuera expulsado del trabajo. La democracia es respecto de la libertad. No respetarla es muy peligroso y grave. Y ¿qué Estado se podrá permitir un futuro digno del hombre cuándo está negando al propio hombre y lo está deshumanizándolo"? (RG) (Agencia Fides 2/5/2005 Líneas: 132 Palabras: 1.925)


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