VATICANO - El mundo misionero se identifica en la exhortación del Card. Ratzinger en la Misa "pro eligendo Romano Pontifice": “Tenemos que estar animados por la inquietud de llevar a todos el don de la fe... El amor, la amistad de Dios nos has sido dados para que llegue también a los demás”

lunes, 18 abril 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Reacciones ampliamente positivas han llegado a la Agencia Fides del mundo misionero que ha acogido con particular emoción la exhortación del Card. Ratzinger "a llevar a todos el don de la fe", pronunciada esta mañana durante la homilía de la Santa Misa "pro eligendo Romano Pontificios". El Decano del Colegio Cardenalicio ha presidido la Concelebración de los Cardenal electores a las 10 horas en la Basílica Vaticana. Refiriéndose al Evangelio proclamado (Jn 15, 9-17) el Card. Ratzinger ha observado: "El Señor nos dirige estas maravillosas palabras: Ya no os llamo siervos… a vosotros os he llamado amigos" (Jn 15, 15)… El Señor nos llama amigos, nos hace sus amigos, nos dona su amistad". El otro elemento del Evangelio es el discurso de Jesús sobre llevar fruto: "Tenemos que estar animados por una santa inquietud: la inquietud de llevar a todos el don de la fe, de la amistad con Cristo. En verdad, el amor, la amistad de Dios nos has sido dados para que llegue también a los demás. Hemos recibido la fe para donarla a otros, somos sacerdotes para servir otros. Y tenemos que llevar un fruto que quede… La única cosa, que queda para siempre, es el alma humana, el hombre creado por Dios por la eternidad. El fruto que queda es por tanto cuánto hemos sembrado en las almas humanas, el amor, el conocimiento; el gesto capaz de tocar el corazón; la palabra que abre el alma a la alegría del Dios. Entonces vamos y rogamos al Dios, porque nos ayudas a llevar fruto, un fruto que queda. Sólo así la tierra es cambiada por valle de lágrimas en jardín de Dios."
"En esta hora de gran responsabilidad, escuchamos con particular atención cuánto nos dice el Señor con sus mismas palabras" ha dicho el Card. Ratzinger al inicio de la homilía, eligiendo algún paso de las lecturas proclamadas. "La primera lectura (Is 61, 1 - 3a. 6a. 8b - 9) ofrece un retrato profético de la figura del Mesías… El mandato de Cristo se ha convertido en nuestro mandato por medio de la unción sacerdotal; estamos llamados a promulgar - no sólo de palabra sino con la vida, y con los signos eficaces de los sacramentos - 'el año de misericordia del Señor'.
De la segunda lectura, de la carta a los Efesios (Ef 4,11-16) el Card. Ratzinger ha subrayado tres aspectos: los ministerios y carismas en la Iglesia, dones del Señor resucitado y ascendido al cielo; la maduración de la fe y el conocimiento del Hijo de Dios como condición y contenido de la unidad en el cuerpo de Cristo; la común participación en el crecimiento del Cuerpo de Cristo. En particular, el Cardenal se ha centrado sobre el camino para llegar a ser realmente "adultos en la fe”. "Cuántos vientos de doctrina hemos conocido en estas últimas décadas, cuantas corrientes ideológicas, cuantas modas de pensamiento.... El pequeño barco del pensamiento de muchos cristianos se ha visto con frecuencia agitado por estas olas - zarandeada de un extremo a otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinismo; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc... Cada día nacen nuevas sectas… Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo es etiquetado como fundamentalismo… Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida tan sólo el propio yo y su propio gusto. Nosotros, en cambio, tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Es El la medida del verdadero humanismo. "Adulta" no es una fe que sigue las olas de moda y de la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo."
Por último, el Card. Ratzinger concluyó la homilía con una exhortación: "En esta hora, pidamos sobre todo, con insistencia al Señor que, después del gran don del Papa Juan Pablo II, nos dé de nuevo un pastor según su corazón, un pastor que nos lleve al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegría". (S.L) (Agencia Fides 18/4/2005; Líneas: 48 Palabras: 738)


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