VATICANO - “El hospital ha sido la cátedra más rica de este Papa, un campeón, un ejemplo de fuerza”. Su Excelencia Monseñor Redrado, Secretario del Colegio Pontificio de la Pastoral Sanitaria, a Fides.

lunes, 4 abril 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “He tenido la fortuna de encontrarme con Juan Pablo II muchas veces en el curso de los diecinueve años pasados en el cargo de Secretario del Consejo Pontificio de la Pastoral Sanitaria”. Su Excelencia Monseñor Redrado subraya así a Fides la importancia que este Papa ha tenido, también y sobre todo, en el sector sanitario. “Durante todos los encuentros que he tenido con él -sigue diciendo el Obispo- hemos hablado precisamente de los enfermos. He notado en este Papa un caminar hacia los enfermos; su serles testigo, sobre todo en los últimos momentos; la fuerza de Dios che obraba en su virilidad y la mano de Dios en su cuerpo fatigado. Ha sido un itinerario lógico en este Papa; un Papa venido de lejos que ha vivido el sufrimiento dentro de su propia familia, habiendo crecido huérfano en la sociedad de su tiempo y teniendo que hacer tantos sacrificios para alternar el trabajo con el sacerdocio. Como sacerdote ha sido atraído hacia su ministerio por tres grandes amores que ha cultivado hasta el final: la familia, los jóvenes y los enfermos.
El hospital ha constituido la cátedra más rica que ha probado este Papa. Verle enfermo entre los enfermos nos ha enseñado más que todo lo escrito y de todo lo viajado. Al final del viaje de su vida nos deja el testimonio de un hombre que ha vivido el sufrimiento en su propia vida y que ha tenido siempre palabras de consolación para los enfermos. No ha escondido jamás el sufrimiento; ha afrontado aquella realidad de las que tenemos miedo: la muerte, a la que ha mirado preparado para la realidad final.
Se ha hablado mucho de todo lo que ha hecho en la esfera social y un poco menos de lo que ha hecho por el mundo de los enfermos, casi como si se quisieran esconder las enfermedades y el sufrimiento que sin embargo él ha preferido siempre afrontar directamente. La fotografía más significativa de este Papa, es para mí aquélla en la que se le muestra en la cama del “Policlínico Gemelli”, enfermo entre los enfermos. Recientemente he vivido personalmente esta experiencia. He estado en reanimación a causa de la malaria durante todo el pasado mes de marzo y cuando conseguía ver al Papa en televisión me sentía muy cerca de él. Junto a su testimonio de vida, Juan Pablo II ha dejado a la Iglesia tres grandes herencias sanitarias: la Carta Apostólica Salvifici Doloris, del 1984, sobre el sentido cristiano del sufrimiento, precisamente después de haber sufrido el atentado; el motu proprio Dolentium Hominum, donde instituye una comisión al servicio de la Pastoral de la Salud que sucesivamente se transformará en el último dicasterio instituido por él, el de la Pastoral de la Salud, con fecha 11 de febrero de 1985, y la Jornada Mundial del Enfermo, instituida el 13 de mayo de 1992, tras una conversación durante una comida con el Santo Padre. Esto para demostrar ulteriormente el interés del Papa por los enfermos. Con estos instrumentos que nos ha dejado ha querido potenciar la solicitud de la Iglesia a favor del hombre que sufre y animar a este ejército de buenos samaritanos que están al servicio de los enfermos, como hizo Jesús. Cuando una Iglesia se aleja de los enfermos, se aleja de Cristo; la Iglesia de Cristo es aquélla que pone al centro la debilidad de la humanidad. Cuando queremos estimular a los obispos les decimos que para ver crecer la comunidad es suficiente con poner a los enfermos al centro de la pastoral”.
(A.P.) (Agencia Fides)


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