VATICANO - El Card. Sepe ordena al nuevo Obispo de Tarahumara, en la Sierra Madre occidental: "Una Iglesia que, desde la riqueza de su fe y el testimonio de comunión entre sus diferentes pueblos, está llamada a ofrecer una gran contribución a toda la Iglesia universal"

jueves, 10 marzo 2005

Guachochi (Agencia Fides) - "La Iglesia te confía la responsabilidad y el cuidado de una porción del Pueblo de Dios: la Iglesia particular que se encuentra en la Tarahumara, lugar de la Sierra Madre Occidental, donde resplandece la belleza de la creación. Una Iglesia que, desde la riqueza de su fe y el testimonio de comunión entre sus diferentes pueblos, está llamada a ofrecer una gran contribución a toda la Iglesia en América, y por ende, a la Iglesia universal. ¡Ama a tu esposa! Sírvela “de buena gana, como Dios quiere” (1 P 5, 2). Recuerda que tu autoridad sobre ella es de servicio, y tu servicio es de amor. ¡Anuncia el Evangelio! ¡Busca a la oveja perdida! Se para tus fieles, Padre y Maestro de la Fe, modelo del rebaño". Son este las consignas que el Card. Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha confiado al nuevo Obispo de Tarahumara, Su Exc. Mons. Rafael Sandoval Sandoval, mexicano, de los Misioneros de la Natividad de Maria. El Card. Sepe presidió la Santa Misa con la ordenación episcopal el miércoles 9 de marzo, en la Catedral de Tarahumara, localidad de Guachochi, Estado de Chihuahua.
Con particular cariño el Card. Sepe saludó durante la ceremonia al Card. Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México, al Nuncio Apostólico, Su Exc. Mons. Giuseppe Bertello, a los Obispos presentes, a las autoridades civiles, políticas y militares, a los numerosos sacerdotes, religiosos y fieles llegados de diversas partes de México. "Deseo, sobre todo, transmitir el afecto y la bendición del Santo Padre a nuestros hermanos Rarámuris, los de pié ligero, que saben tejer la vida en armonía con la naturaleza- dijo el Card. Sepe en la homilía-; a los Mestizos, que con todas sus esperanzas construyen familias con anhelos de paz; a los Tepehuanes (u Ódame), que son firmes como la roca y la montaña, que de pié esperan la evangelización; a los Guarojíos, que con libertad caminan por los cañones y las montañas del Río Mayo y se hacen llamar “makuraúe” (los que agarran la tierra); a los Pimas, amantes de la paz que, desde su pobreza, enriquecen la Tarahumara."
El Prefecto del Dicasterio Misionero ha confiado después a los sacerdotes, catequistas, religiosos y religiosas, seminaristas y fieles de Tarahumara su nuevo Pastor: "Él necesitará sus oraciones y su filial cercanía. Acompáñenle en su Ministerio, ayúdenle, desde los dones de la gracia recibidos, a ser testigo fiel y veraz del Amor de Dios". El Card. Sepe ha continuado: "Parafraseando las palabras del Santo Padre podemos decir que “La Iglesia necesita a los indígenas y los indígenas necesitan a la Iglesia”. Sí, la Santísima Virgen María gusta caminar y visitar a sus hijos indígenas, por eso escogió al indio Juan Diego, y con él estableció un diálogo de predilección. San Juan Diego es el indio que reconoce a la Virgen y que, encomendándose a Ella filialmente, se convierte en su mensajero. Se cumplen así las palabras de Jesús, cuando nos revela que el Evangelio es acogido por los sencillos y humildes de corazón, y permanece oculto para los “sabios e inteligentes”.
En su homilía el Card. Sepe ha subrayado que "la Iglesia prolonga en los siglos la misión de su Señor, anunciando su muerte y proclamando su resurrección. También hoy, no obstante la difusión de nuevas, tal vez dudosas, concepciones teológicas, este anuncio tiene la prioridad permanente en la misión, pues la Iglesia “no puede privar a los hombres de la Buena Nueva de que son amados y salvados por Dios”. Fundada por Cristo, la Iglesia es misionera por su propia naturaleza, y para realizar dicha misión, el divino Maestro envió al mundo a los Apóstoles”.
Antes de confiar a la Virgen de Guadalupe la persona, intenciones y ministerio del nuevo Obispo, el Card. Sepe ha concluido con estas palabras: "Quiera Dios que esta ordenación episcopal, signo también del amor que el Santo Padre nutre por esta amada región mexicana, sea un evento de abundante gracia y motivo de aliento para esta Diócesis y para toda la Iglesia en México, especialmente para los más pobres y para quien sufre en el cuerpo y en el espíritu". (S.L) (Agencia Fides 10/3/2005; Líneas: 48 Palabras: 741)


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