VATICANO - El Papa a la audiencia general: "La Iglesia, en la tierra, armoniza su canto de alabanza con el de los justos que ya contemplan la gloria de Dios. Se establece así una canal de comunicación entre historia y eternidad"

miércoles, 15 septiembre 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La Iglesia, sobre la tierra, armoniza su canto de alabanza con el de los justos que ya contemplan la gloria de Dios. Se establece así un canal de comunicación entre historia y eternidad: este tiene su punto de partida en la liturgia terrena de la comunidad eclesial y tiene su meta en la celeste, dónde ya han llegado nuestros hermanos y hermanas que nos han precedido en el camino de la fe". Afirmó el Santo Padre Juan Pablo II durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro, comentando el Cántico "Las bodas del Cordero" Segundas Vísperas del domingo de la II semana (Lectura: cfr Ap 19,1-7).
En este canto de alabanza salpicado por el "aleluya", se celebran sustancialmente tres temas: la trascendencia y la omnipotencia salvífica de Dios ("la oración es contemplación de la gloria divina, del misterio inefable, del océano de luz y amor que es Dios"); el proyecto divino de redención respecto al género humano (la historia es confiada a la libertad humana que genera bien y mal, pero tiene su último sello en las decisiones de la providencia divina"); el encuentro nupcial entre el cordero que es Cristo y la novia purificada y transfigurada que es la humanidad redimida. La expresión “han llegado la bodas del Cordero" se refiere al momento supremo - como dice nuestro texto "nupcial" - de la intimidad entre la criatura y el Creador, en la alegría y en la paz de la salvación" ha explicado el Papa.
Juan Pablo II ha concluido la catequesis citando un paso de los Discursos de San Agustín que ilustra el canto del aleluya en su sentido espiritual: "Nosotros cantamos al unísono esta palabra y unidos alrededor de ella en comunión de sentimientos, nos alentamos mutuamente a alabar a Dios. Dios. A Dios le puede alabar con tranquilidad de conciencia aquel que no ha cometido nada que le disguste. Además, en lo que concierne al tiempo presente en el que somos peregrinos en la tierra, cantamos el aleluya como consuelo para ser fortificados a lo largo del camino; el aleluya que proclamamos ahora es como el canto del viandante. Recorriendo este camino fatigoso, tendemos a esa patria dónde está el descanso, dónde, desaparecidas todas las ocupaciones de ahora, no quedará sino el aleluya". (S.L) (Agencia Fides 15/9/2004 - Líneas: 29 Palabras: 425)


Compartir: