VATICANO - "¿... una nueva raza humana construida en laboratorio nos dominará? ¿Quién será mañana padre y madre, ¿yo? ¿Tú? Y mañana, ¿de quiénes seremos hijos"? A estos interrogantes del doctor Edmund Pellegrino, ex Presidente de las Universidades Católicas americanas, que ha aparecido recientemente en un programa televisivo, responde a Fides Su Exc. Mons. Elio Sgreccia, vice Presidente de la Pontificia Academia para la Vida,: "El ser es la frontera para que el hombre siga siendo humano y el principio de humanidad permanezca integro, o antes bien, sea promovido por todos"

viernes, 16 julio 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La llegada de la era del neolítico en la historia de la humanidad ha llevado al hombre fuera de las cavernas y lo ha lanzado a la conquista de la tierra; el hombre se ha convertido en pastor y campesino, ha aprendido a trabajar los metales y a construir ciudades, ha inventado la rueda y dado principio a la agilización del movimiento y del tiempo; ha importado el comercio por tierra y mar empleando la moneda, ha hecho florecer las grandes civilizaciones en Oriente, Asia y en América Latina.
Después de la era agrícola ha llegado la industrial que ha permitido al hombre un ulterior dominio sobre la naturaleza cósmica con la invención de la máquina, a partir del motor de vapor hasta el avión supersónico. Las ciudades antes pobladas de campesinos, se han rodeado de edificios industriales. En la cumbre de esta era se ha descubierto la energía nuclear y el hombre se ha adueñado de esta nueva energía innata en las arcas de la materia. Los peligros durante este largo camino son conocidos porque la invención de la escritura durante la era agrícola y pastoril ha permitido fijar la memoria en la piedra, en el pergamino, en el papel, en la prensa, pero un surco rojo de guerras y matanzas cada vez más atroces ha acompañado estos pasos del hombre dentro de los secretos del cosmos porque el dominio del cosmos no siempre ha respetado la dignidad del ser humano.
Ahora ha iniciado, con las tecnologías biológicas, el dominio del hombre sobre la vida, sobre sus secretos, sobre sus orígenes, incluso allí donde la vida de un nuevo ser humano inicia su recorrido orgánico con la concepción, en el encuentro de amor entre el padre y la madre.
¿Cuál es la frontera para que el hombre continué siendo humano y el principio de humanidad permanezca íntegro, antes bien sea promovido por todos? La frontera es "el ser", la esencia del hombre; ¡que no se quiera menoscabar el ser! Ante todo, que se respete el ser del hijo, el ser del padre y la madre.
La amenaza existe y corresponde a nuestra época indicar el peligro y evitarlo. Ser hijo significa ser un regalo del amor de Dios a través del don del amor de los padres. La generación de un hijo implica, para que sea realmente humana, que el esposo se haga padre a través del don personal del propio amor conyugal a la esposa y que la esposa se convierta en madre por el don de si y del propio amor al esposo.
En esta conjunción la vida se une en el amor y el don de Dios se hace visible en la criatura humana, como ha recordado recientemente el Santo Padre (Discurso a la Pontificia Academia para la Vida del 21.2.2004).
La intervención sustitutiva de la tecnología reproductiva amenaza el ser de la criatura y constituye, en palabras de un filósofo (Possenti) un acto "descreatural."
La libertad humana, dividida por la responsabilidad hacia el ser y la naturaleza humana se convierte en rebelión y manifestación de prepotencia. Hay que indicar a la era biotecnológica el horizonte del respeto ético de la naturaleza y del ser, hay que recordar el objetivo de la ciencia y la técnica que es ser soporte y ayuda para el ser humano en cada hombre y en todos los hombres". (Agencia Fides16/7/2004; Líneas: 45 Palabras: 665)


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