VATICANO/CANONIZACIONES DEL 16 DE MAYO - Nimatullah Al-Hardini (1808-1858): el “Santo” de Kfifan, hombre de Dios y hombre de ciencia

jueves, 13 mayo 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Nimatullah Al-Hardini, monje libanés maronita, nació en 1808 en Hardin, al norte del Líbano. Recibió el nombre de Youssef en el bautismo. Pertenecía a una familia maronita, compuesta por seis hijos. Su padre y su madre educaron a los hijos en una viva devoción a Dios y a la Iglesia, tanto que fueron cuatro los que abrazaron la vida monástica y sacerdotal: Taniso se hizo párroco, Eliseo entró en la Orden Libanesa Maronita como eremita, Msihied abrazó la vida claustral y Nimatullah entró en 1828 en la Orden Libanesa Maronita. Durante la infancia tuvo conocimiento de los monjes libaneses maronitas del monasterio de San Antonio de Houb donde realizó sus primeros estudios, sintiéndose atraído por su vida monástica.
Después de los estudios en el monasterio, volvió con su abuelo materno, Youssef Raad, párroco del pueblo de Tannourin. El ejemplo del abuelo suscitó en su corazón el amor hacia el sacerdocio, por lo que a los 20 años entró en la orden libanesa maronita. Fue enviado al monasterio de San Antonio de Qozhaya por dos años de prueba junto con otros candidatos a la vida monsatica. Durante el noviciado se inició en la oración comunitaria y el trabajo manual, según las Constituciones de la Orden. Al-Hardini dedicaba todo el tiempo disponible, incluso el destinado al reposo, a visitar el Santísimo Sacramento. Se le encontraba en la iglesia, arrodillado, con las manos alzadas, los ojos fijos en el Tabernáculo, inmóvil.
Después de la profesión monástica, el 14 de noviembre de 1830, es invitado al monasterio de los Santos Cipriano y Justina en Kfifan para estudiar filosofía y teología. En ese periodo, a causa de su ascetismo y de su intensa dedicación a los estudios, enferma. Para evitarle la fatiga enorme del trabajo en el campo, su superior lo destina al guardarropas, convirtiéndose así en el sastre de la comunidad.
Al termino de sus estudios filosóficos y teológicos es ordenados sacerdote y se convierte en Director del escolástico y Profesor. Su jornada estaba normalmente dividida en dos partes: la primera mitad para prepararse a la celebración eucarística y la otra mitad para la acción de gracias. Esta dimensión contemplativa era vivida en la realidad práctica común el amor a los hermanos y la cultura.
Al-Hardini sufrió con su pueblo durante la dos guerras civiles de 1840 y 1845, que prepararon los sangrientos sucesos de 1860, cuando muchos monasterios fueron quemados, muchas iglesias devastadas y muchos cristianos maronitas masacrados. En esta situación la oración se convierte en la expresión de su esfuerzo por mantenerse fiel a Dios que está siempre presente y que no cesa nunca de amar a los hombres. Al-Hardini pedía con frecuencia la intercesión de la Virgen María - su principal apoyo- para el Líbano y para su Orden. Rezaba el Rosario todos los días, no se cansaba nunca de repetir el Nombre de Maria, invocándola día y noche , practicaba el ayuno en su honor todos los sábados y las vigilias de sus fiestas, teniendo una particular devoción hacia el misterio de la Inmaculada Concepción.
En 1845 por su celo en la observancia irreprensible de las reglas monásticas, fue nombrado por la Santa Sede como Asistente General del a Orden, cargo que le fue renovado en 1850 y en 1856. En el ejercicio de su cargo dentro de la Orden siempre se mantuvo dulce en las palabras y en el modo de actuar. Aun residiendo en el monasterio de Nuestra Señora de Tamich, no dejó nunca de acercarse al monasterio de Kfifan para la enseñanza y para su trabajo de encuadernación de libros realizado con espíritu de pobreza, con especial atención a los manuscritos litúrgicos.
En diciembre de 1858 precisamente mientras estaba en Kfifan, se vio afectado por una pulmonía causada por el frío glacial del invierno. La enfermedad se agravo y pido ser transportado a una celda cercana a la iglesia para oír el canto del Oficio. Después de diez días de agonía, recibió la Unción de los enfermos con el icono de la Virgen entre las manos. Murió el 14 de diciembre de 1858 a los 50 años. Sus hermanos notaron una luz resplandeciente en su celda y un perfume que duro varios días. Su causa de beatificación fue presentada en Roma en 1926. Juan Pablo II lo proclamó beato el 10 de mayo de 1998. (SL) (Agencia Fides 13/5/2004 Líneas: 51 Palabras: 741)


Compartir: