VATICANO - El Papa en la audiencia general: “También en la soledad y en la pérdida de los afectos más queridos, el orante nunca está totalmente solo porque sobre él se inclina Dios misericordioso”

miércoles, 28 abril 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Durante la Audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro, el Papa ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la Liturgia de Vísperas comentando el Salmo 26,7-14 “Oración del inocente perseguido” (Vísperas del miércoles de la I semana). “La Liturgia de las Vísperas ha dividido en dos partes el Salmo 26, siguiendo la estructura misma del texto que es parecida a la de un díctico, ha explicado el Papa. Acabamos de proclamar la segunda parte de este canto de confianza que se eleva al Señor en el día tenebroso del asalto del mal”.
“El elemento decisivo es la confianza del que ora en el Señor que salva en la prueba y ofrece su apoyo en la tempestad” subraya Juan Pablo II, destacando después los tres elementos simbólicos principales. El primero es el de la pesadilla de los enemigos, “descritos como una bestia que acecha a su presa y, después, de manera más directa, como «testigos falsos» que parecen resoplar violencia por la nariz, como las fieras ante sus víctimas”. La segunda imagen “ilustra claramente la confianza serena del fiel, a pesar del abandono incluso por parte de los padres... También en la soledad y en la pérdida de los afectos más queridos, el orante nunca está totalmente solo porque sobre él se inclina Dios misericordioso. A todas las personas ancianas, enfermas, olvidadas de todos, a las que nadie dará nunca una caricia, recordemos estas palabras del salmista y del profeta para que sientan cómo la mano paterna y materna del Señor toca silenciosamente y con amor sus rostros sufrientes y quizá regados por las lágrimas”. El tercer y último símbolo, reiterado varias veces en el Salmo, esta ligado a la búsqueda del rostro del Señor: “El rostro de Dios es, por tanto, la meta de la búsqueda espiritual del orante”.
“En el lenguaje de los salmos, «buscar el rostro del Señor» es con frecuencia sinónimo de la entrada en el templo para celebrar y experimentar la comunión con el Dios de Sión, concluyó el Papa. Pero la expresión incluye también la exigencia mística de la intimidad divina a través de la oración. En la liturgia, por tanto, y en la oración personal, se nos concede la gracia de intuir ese rostro que nunca podremos ver directamente durante nuestra existencia terrena”. (SL) (Agencia Fides 28/4/2004 Líneas: 29 Palabras: 422)


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