VATICANO - EL PAPA AL CUERPO DIPLOMÁTICO: “ES MAS NECESARIO QUE NUNCA APRENDER A SACAR LAS LECCIONES DEL PASADO LEJANO Y RECIENTE. EN TODO CASO, HAY UNA COSA CLARA: ¡LA GUERRA NO RESUELVE LOS CONFLICTOS ENTRE LOS PUEBLOS!”

martes, 13 enero 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – El Santo Padre Juan Pablo II recibió en audiencia el lunes 12 de enero, en la Sala Regia del Palacio Apostólico Vaticano, a los Miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante la Santa Sede, para la presentación de las felicitaciones por el nuevo año. Son 174 los Estados que actualmente mantienen relaciones diplomáticas plenas con la Santa Sede a los que se añaden la Comunidad Europea, la Soberana Orden Militar de Malta y dos Misiones con carácter especial (la Misión de la Federación Rusa y la Organización para la Liberación de Palestina, OLP).
En su discurso, en lengua francesa, el Santo Padre repaso los principales eventos mundiales del año pasado y recordó como la Navidad que acabamos de celebrar, “hace resonar una vez mas el mensaje siempre nuevo de Belén: ‘Paz en la tierra a los hombres que Dios ama’. Este mensaje nos llega este año una vez más mientras muchos pueblos siguen experimentando las consecuencias de luchas armadas, padecen la pobreza, son víctimas de injusticias escandalosas o de pandemias difíciles de controlar”.
En los últimos meses la paz se ha visto gravemente amenaza en varias partes del mundo: El Santo Padre recordó los hechos acaecidos en Oriente Medio, el doloroso conflicto en Irak, la falta de resolución del problema israelita-palestino que “continua siendo un factor de desestabilización permanente para toda la región”. “Se podrían mencionar otras tensiones y conflictos, sobre todo en África – prosiguió el Papa. Su impacto sobre las poblaciones es dramático. A los efectos de la violencia se les añaden la pauperización y el deterioro del tejido institucional, haciendo que pueblos enteros caigan en la desesperanza. Habría que evocar asimismo el peligro que todavía representan la fabricación y el comercio de armas, que siguen surtiendo abundantemente a estas zonas en peligro”. El Santo Padre rindió después un homenaje particular a Mons. Michael Courtney, Nuncio Apostólico en Burundi, asesinado el pasado 29 de diciembre: “Al igual que todos los nuncios y que todos los diplomáticos, quiso ante todo servir a la causa de la paz y del diálogo. Rindo tributo a su valor y su preocupación por apoyar al pueblo burundés en su camino hacia la paz y hacia una mayor fraternidad”. Después el Papa recordó al señor Sergio Veira de Mello, representante especial de la ONU en Irak, asesinado en un atentado durante su misión y a todos los miembros del cuerpo diplomático que, a lo largo de los últimos años, han perdido la vida o han tenido que sufrir a causa de su mandato. Por último el Papa citó el terrorismo internacional que siembra el miedo, el odio y el fanatismo, deshonra todas las causas a las que pretende servir: “toda civilización digna de este nombre supone el rechazo categórico de las relaciones de violencia”.
“Es más urgente que nunca volver a una seguridad colectiva más efectiva que dé a la Organización de las Naciones Unidas el lugar y el papel que le corresponden. Hay que aprender más que nunca a sacar las lecciones del pasado lejano y reciente. En todo caso, hay una cosa clara: ¡la guerra no resuelve los conflictos entre los pueblos!”
Prosiguiendo su discurso, el Santo Padre señaló que las diversas confesiones cristinas y los fieles de otras religiones “se consideran testigos de un Dios de justicia y de paz”. “Cuando creemos que toda persona humana ha recibido del Creador una dignidad única, que cada uno de nosotros es sujeto de derechos y de libertades inalienables, que servir al otros es crecer en humanidad, se puede comprender claramente el capital que representan las comunidades de creyentes en la construcción de un mundo pacificado y pacífico... Allí donde la paz está en causa, hay cristianos testimoniando con palabras y hechos que la paz es posible”.
Desde el momento en que las comunidades de creyentes están presentes en todas las sociedades, esperan legítimamente poder participar en el diálogo público. “Por desgracia, constamos en los últimos tiempos, en ciertos países de Europa, una actitud que podría poner en peligro el respeto efectivo de la libertad de religión. Si bien todo el mundo está de acuerdo en respetar el sentimiento religioso de los individuos, no se puede decir lo mismo del «hecho religioso», es decir, la dimensión social de las religiones”. El Santo Padre recordó que con frecuencia “se invoca el principio de la laicidad”, legítimo en sí mismo, como distinción entre la comunidad política y las religiones. “Sin embargo, ¡distinción no quiere decir ignorancia! ¡La laicidad no es el laicismo! Esta no es otra cosa que el respeto de todas las creencias por parte del Estado, que asegura el libre ejercicio de las actividades de culto, espirituales, culturales y caritativas de las comunidades de creyentes”. Las relaciones Iglesia-Estado deben dar lugar a un diálogo respetuoso, que favorezca el desarrollo integral de la persona y la armonía de la sociedad. “La dificultad para aceptar el hecho religioso en la vida pública se ha verificado de manera emblemática con motivo del reciente debate sobre las raíces cristianas de Europa.... Sin subestimar a las demás tradiciones religiosas, es un hecho que Europa se afirmó al mismo tiempo en que era evangelizada. Y es un deber de justicia recordar que hasta hace poco tiempo, los cristianos, al promover la libertad y los derechos del hombre, han contribuido a la transformación pacífica de regímenes autoritarios, así como a la restauración de la democracia en Europa central y oriental”.
El Papa dedicó el final de su discurso a la responsabilidad de los cristianos por la paz y la unidad: “si los cristianos fueran capaces de superar sus divisiones, el mundo sería más solidario” dijo Juan Pablo II. “Todos juntos podemos contribuir eficazmente al respeto dela vida, a la tutela de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables, de la justicia social y de la preservación del ambiente... No se valora suficientemente la fuerza pacificadora que los cristianos unidos podrían tener en el seno de su propia comunidad, así como en el seno de la sociedad civil”.
(SL) (Agencia Fides 13/1/2004 Líneas: 72 Palabras: 1.040)


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