VATICANO - MENSAJE DEL PAPA EN EL SIMPOSIO SOBRE LA “DIGNIDAD Y DERECHOS DE LA PERSONA CON DISCAPACIDAD MENTAL”: “LA PERSONA DISCAPACITADA, AÚN CUANDO ESTÉ HERIDA EN LA MENTE O EN SUS CAPACIDADES SENSORIALES E INTELECTIVAS, ES UN SUJETO PLENAMENTE HUMANO, CON LOS DERECHOS SAGRADOS E INALIENABLES PROPIOS DE TODA CRIATURA”.

viernes, 9 enero 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “El punto de partida de toda reflexión sobre la disminución se encuentra en las persuasiones fundamentales de la antropología cristiana: la persona discapacitada, aún cuando esté herida en la mente o en sus capacidades sensoriales e intelectivas, es un sujeto plenamente humano, con los derechos sagrados e inalienables propios de toda criatura”. Afirma el Santo Padre Juan Pablo II en el Mensaje enviado a los participantes en el Simposio Internacional sobre “Dignidad de la persona con discapacidades mentales” que se está celebrando en el Vaticano del 7 al 9 de enero organizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe al concluir el «Año europeo de las personas discapacitadas».
“El ser humano, independientemente de las condiciones en que desarrolla su vida y de las capacidades que puede manifestar- subraya el Papa - posee una dignidad única y un valor singular a partir del inicio de su existencia hasta el momento de la muerte natural. La persona del discapacitado, con todas sus limitaciones y sufrimientos, nos obliga a preguntarnos, con respeto y sabiduría sobre el misterio del hombre... La humanidad herida del discapacitado nos desafía a reconocer, acoger y promover en cada uno de estos hermanos nuestros el valor incomparable del ser humano creado por Dios para ser hijos en el Hijo”.
El Mensaje afirma además que “el mundo de los derechos no puede ser sólo prerrogativa de los sanos” y una sociedad que diera únicamente espacio a los miembros plenamente funcionales, totalmente autónomos e independientes, no sería una sociedad digna del hombre. “La discriminación en virtud de la eficiencia no es menos condenable que la que se realiza en virtud de la raza o el sexo o la religión”.
Juan Pablo II escribe además: “A este respecto merece particular atención la atención de las dimensiones afectivas y sexuales de la persona discapacitada... También ella tiene necesidad de amar y de ser amada, tiene necesidad de ternura, de cercanía, de intimidad. La realidad, por desgracia, es que la persona con discapacidades tiene que vivir estas legítimas y naturales exigencias en una situación de desventaja, que se convierte cada vez más evidente con el paso de la edad infantil a la adulta.... busca relaciones auténticas en las que poder ser apreciada y reconocida como persona”. “Sin duda” – prosigue el Pontífice – “las personas discapacitadas, al revelar la radical fragilidad de la condición humana, son una expresión del drama del dolor y, en nuestro mundo, sediento de hedonismo y seducido por la belleza efímera y falaz, sus dificultades son con frecuencia percibidas como un escándalo y una provocación y sus problemas como un fardo que hay que eliminar o resolver rápidamente”.
Dirigiéndose a los participantes en el Simposio, el Papa concluye su Mensaje recordando que “haciéndose hombre y naciendo en la pobreza de un establo, el Hijo de Dios ha proclamado en si mismo la bienaventuranza de los que sufren y ha compartido en todo, excepto en el pecado, la condición del hombre creado a su imagen. Después del Calvario, la Cruz, abrazada con amor, se convierte en el camino de la vida y nos enseña a todos que si sabemos recorrer con un abandono confiado el difícil y arduo camino del dolor humano, florecerá para nosotros y nuestros hermanos la alegría del Cristo Viviente que sobrepasa todo deseo y toda esperanza”.
(SL) (Agencia Fides 9/1/2004 Líneas: 47 palabras: 614)


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