VATICANO - PRESENTADO EL MENSAJE DE JUAN PABLO II PARA LA XXXVII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ (1 ENERO 2004): “UN COMPROMISO SIEMPRE ACTUAL: EDUCAR A LA PAZ

martes, 16 diciembre 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Ha sido publicado hoy, 16 de diciembre, el Mensaje de Juan Pablo II par la celebración de la XXXVII Jornada Mundial de la Paz (1º enero 2004) sobre el tema: “Un compromiso siempre actual: educar a la paz”. Al presentar el texto en la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Card. Renato Raffaele Martino, Presidente del Pontifico Consejo de la Justicia y Paz, señaló como “el Santo Padre ante las graves cuestiones referentes a la paz y la seguridad en nuestros días, ha querido con este Mensaje proponer lo que es específico y propio de la misión de la Iglesia: su labor educativa y formativa de las conciencias. La Iglesia “experta en humanidad” con su enseñanza social sobre la paz, hace siempre un llamamiento a todos para que realicen esta función fundamental de la educación a la paz, consciente de que solos los hombres y los pueblos espiritualmente y culturalmente formados en los valores de la paz serán capaces de realizarla”.
EL Mensaje comienza con un llamamiento a los Jefes de las Naciones, Juristas, educadores de la juventud, a los hombres y mujeres tentados de recurrir al terrorismo, invitando a todos a considerar que la paz es posible, y, si es posible, la paz es también una necesidad apremiante Después hace un recuerdo de los mensaje anuales que han acompañado las celebraciones de la Jornada Mundial de la Paz, querido por Pablo VI en 1968. “En esta parte del documento el Santo Padre hace un homenaje a Su predecesor – dijo el Card. Martino - quien con la institución de la Jornada Mundial de la Paz y los Mensajes, inició y delineó un recorrido muy importante por su contribución fundamental, bien conocido y apreciado a nivel nacional e internacional, que la Cátedra de Pedro ofrece para la instauración de la paz en el mundo”.
La parte central del mensaje desarrolla el tema de la educación a la legalidad. “En el largo camino histórico recorrido por el derecho internacional - recordó el Card. Martino, han tomado forma, cada vez con más fuerza los “principios universal que son anteriores y superiores al derecho interno de los Estados, y que tienen en cuenta la unidad y la común vocación de la familia humana”. n.6). Entre los principios centrales de ese complejo de normas que fue calificado como jus gentium, el Mensaje recuerda el principio según el cual pacta sunt servanda: los acuerdos firmados libremente deben ser cumplidos. “Este es –afirma el Cardenal- el presupuesto inderogable de toda relación entre las partes contratantes responsables. Su violación llevaría a una situación de ilegalidad y de consiguientes roces y contraposiciones, que tendrían repercusiones negativas duraderas. Es oportuno recordar esta regla fundamental, sobre todo en los momentos en que se percibe la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho. (n.5).El Mensaje revela como uno de los frutos más destacados del derecho internacional es, después de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, la institución de la Organización de las Naciones Unidas, llamada a “proteger la paz y la seguridad global, y fomentar los esfuerzos de los Estados para mantener y garantizar estos bienes fundamentales de la humanidad”(n.6) teniendo como eje del sistema “la prohibición del recurso a la fuerza” (n.6).
En la lucha contra el terrorismo el Santo Padre ofrece dos indicaciones importantes: de naturaleza política y pedagógica (“Al mismo tiempo, la lucha contra el terrorismo debe realizarse también en el plano político y pedagógico: por un lado, evitando las causas que originan las situaciones de injusticia de las cuales surgen a menudo los móviles de los actos más desesperados y sanguinarios; por otro, insistiendo en una educación inspirada en el respeto de la vida humana en todas las circunstancias. En efecto, la unidad del género humano es una realidad más fuerte que las divisiones contingentes que separan a los hombres y los pueblos” (n.8)). Y en el ámbito del derecho internacional (“llamado a elaborar instrumentos jurídicos dotados de mecanismos eficientes de prevención, control y represión de los delitos. En todo caso, los Gobiernos democráticos saben bien que el uso de la fuerza contra los terroristas no puede justificar la renuncia a los principios de un Estado de derecho. Serían opciones políticas inaceptables las que buscasen el éxito sin tener en cuenta los derechos humanos fundamentales, dado que !el fin nunca justifica los medios¡” (n.8)).
Al ilustrar la contribución doctrinal de la Iglesia en la elaboración de los principios necesarios para una pacífica convivencia, el Santo Padre señala la necesidad de que el derecho internacional no se desligue nunca de presupuestos éticos y morales: “Las vicisitudes históricas enseñan que la edificación de la paz no puede prescindir del respeto de un orden ético y jurídico, según el antiguo adagio: «Serva ordinem et ordo servabit te» (conserva el orden y el orden te conservará a ti). El derecho internacional debe evitar que prevalezca la ley del más fuerte. Su objetivo esencial es reemplazar «la fuerza material de las armas con la fuerza moral del derecho», previendo sanciones apropiadas para los transgresores, además de la debida reparación para las víctimas. Esto ha de valer también para aquellos gobernantes que violen impunemente la dignidad y los derechos humanos con el pretexto inaceptable de que se trata de cuestiones internas de su Estado”. (N.)). El Mensaje del Santo Padre termina con la afirmación de que el valor de la justicia ha de complementarse con la caridad: “Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor. Sólo una humanidad en la que reine la « civilización del amor » podrá gozar de una paz auténtica y duradera”(n.10).
(SL) (Agencia Fides 16/12/2003 Líneas: 71 Palabras: 998)


Compartir: