VATICANO - EL PAPA EN LA AUDIENCIA GENERAL : LA ORACIÓN HECHA CON CORAZÓN PURO Y SINCERO, SE CONVIERTE EN UN SACRIFICIO OFRECIDO A DIOS. TODO EL SER DE LA PERSONA QUE REZA SE CONVIERTE EN UN ACTO DE SACRIFICIO.. LAS MANOS ALZADAS EN LA ORACIÓN SON UN PUENTE DE COMUNICACIÓN CON DIOS

miércoles, 5 noviembre 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – El Santo Padre Juan Pablo II ha recibido hoy en la Plaza de San Pedro a los peregrinos venidos a Roma para la Audiencia General del miércoles. En el discurso, en lengua italiana, retomando el nuevo ciclo de catequesis sobre la Liturgia de Vísperas, el Papa comentó el Salmo 140 (1-9): “Oración en el peligro”. “En las catequesis precedentes, hemos hecho un repaso de la estructura y del valor de la Liturgia de las Vísperas – recordó el Papa - Ahora nos adentramos en su interior. Será como peregrinar por esa especie de «tierra santa» que constituyen los Salmos y los Cánticos... Comenzaremos con el Salmo 140, con el que comienzan las Vísperas del domingo de la primera de las cuatro semanas con las que, tras el Concilio, ha quedado articulada la oración del anochecer de la Iglesia”.
El versículo 2 de esta salmo - «Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde» - puede considerarse como el signo distintivo de todo el canto y la justificación evidente del motivo por el que ha sido colocado dentro de la Liturgia de las Vísperas- explicó el Papa. La idea expresada refleja el espíritu de la teología profética que une íntimamente el culto con la vida, la oración con la existencia. La misma oración, hecha con corazón puro y sincero, se convierte en un sacrificio ofrecido a Dios. Todo el ser de la persona que reza se convierte en un acto de sacrificio.. Las manos alzadas en la oración son un puente de comunicación con Dios, como el humo que se eleva de la víctima con su olor suave durante el rito de sacrificio vespertino”.
El Salmo continúa con el tono de una súplica. El orante pide al Señor que “impida que sus labios (Cf. versículo 3) y los sentimientos de su corazón sean atraídos e inducidos «a cometer crímenes y delitos»”. “Para expresar con mayor vehemencia su radical disociación del malvado, el salmista proclama después una condena indignada, expresada con el colorido recurso a imágenes de un juicio vehemente”. El Salmo concluye con “un canto de fe, de gratitud y de alegría, en la certeza de que el fiel no quedará involucrado por el odio que sienten por él los perversos y de que no caerá en la trampa que le tienden, tras comprobar su decidida opción por el bien”. (S.L.) (Agencia Fides 5/11/2003 Líneas: 35 Palabras: 469)


Compartir: