VATICANO - EL NUEVO RECTOR DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICA URBANIANA HABLA CON LA AGENCIA FIDES: “LA BÚSQUEDA DE DIOS NO DEBE DIVIDIR SINO UNIR A LOS HOMBRES, DESTRUYENDO TODA FORMA DE INTOLERANCIA”

jueves, 30 octubre 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Con ocasión de la apertura del Año Académico de la Universidad Pontificia Urbaniana hemos entrevistado al nuevo Rector Mons. Giuseppe Cavallotto, antiguo decano de la Facultad de Misiologia.
Señor Rector ¿podría trazar una síntesis de lo que serán las líneas guía de Su mandato?
No es necesario un mapa de circulación. Ese ya existe pues está delineado en las normas de los estatutos y en la tradición de nuestra Universidad. Se irá construyendo juntos una definición mas operativa de nuestro camino, como señaló el Cardenal Prefecto Crescencio Sepe quien, prescindiendo en persona el inicio del nuevo Año Académico, quiso comunicar oficialmente los nombramientos de Decano de Misiología, el Prof. Alberto Trevisiol, el de Vicerrector, Mons. Cataldo Zuccaro y mi nombramiento como Rector Magnifico de nuestra Universidad. Además sobre todo, con las decisiones del Senado Académico y con la aportación del Consejo del Rector y el de la Facultad se da por descontado que es más que necesario seguir por el camino ya trazado. Nuestra institución es un “edificio” consolidado y en cierto sentido, continua siendo una cantera en construcción según un proyecto definido, al menos en sus trazos fundamentales.

La Universidad Pontifica Urbaniana, ateniéndose fielmente a sus principios y a sus objetivos, trabaja cada vez mas en el campo académico de la misión.¿Cuáles son sus proyectos en ese ámbito?
Por una parte la misión representa el interés que la enseñanza y del ministerio del Pontífice. Por otra, la Universidad Pontifica Urbaniana, por su connotación misionera y por su unión privilegiada con este Papa, siente el deber de dar un espacio a esta temática para recoger orientaciones, solicitudes y ánimos para continuar los estudios, investigación y también la puesta al día de los propios académicos con el fin de servir, en fidelidad a la propias tradiciones y la finalidad, a la formación de cuantos son llamados a desempeñar su trabajo, como docentes o como trabajadores cualificados, en las Iglesias jóvenes y, mas en general, en el amplio campo de la misión que implica, por su naturaleza, a la Iglesia en todos los continentes. El Santo Padre, de modo particular, con su rico y variado magisterio, con sus numerosos viajes apostólicos, con los múltiples sínodos de Obispos y continentales se ha afanado en poner a la Iglesia en estado de misión, solicitando a las comunidades eclesiales para que se renueven en la escucha de la Palabra para ser según los desafíos de nuestro tiempo, testimonios y anunciadores del Evangelio. Explicito y fuerte se hace la llamada a un nuevo “impulso misionero”, convencido de que “el empuje misionero es signo de la vitalidad de la Iglesia” (RM 1-2). En el actual contexto social, cultural y religioso asumen particular relieve algunas urgencias misioneras señaladas por el Papa: la evangelización misionera que “constituye el primer servicio que la Iglesia puede hacer a todo hombre y a toda la humanidad” (RM 2), la nueva evangelización, la catequesis y la formación cristiana permanente, la inculturación y el dialogo interreligioso, la elección pastoral de las comunidades eclesiales de base y la misión abierta a los nuevos areópagos, la formación de los trabajadores de la evangelización y el papel misionero de los fieles laicos, recordando que “la misión es de todos los cristianos” (RM 2). Juan Pablo II, con su enseñanza y su predicación, ha elevado constantemente el mensaje evangélico fiel a la tradición de la Iglesia pero también atento a las peticiones, desviaciones , alienaciones que afligen al hombre de nuestro tiempo y la convivencia social. Contra todo compromiso cómodo ha denunciado la mentalidad secularizada y materialista, los dramas de la población y las minorías, ha elevado su voz contra la cultura de la muerte , el aborto, las múltiples formas de injusticia y violencia. Comprometido en “la construcción de una ciudad digna del hombre” (Ecclesia in Europa 97) ha defendido la dignidad de la persona, sus derechos fundamentales en particular el derecho a la vida y a la libertad religiosa, se ha puesto de parte de la cultura de la acogida y la solidaridad, ha hecho resonar su voz, a veces incomoda y no escuchada, para afirmar y promover los valores fundamentales de la convivencia fraterna y de la paz.
Nuestra Universidad es una especia de institución misionera desde sus inicios. Su finalidad especifica es la de servir a la misión de la Iglesia. Por esto, trabaja para preparar personas competentes en los diversos saberes de modo que puedan iluminar, purificar y valorizar las culturas de los pueblos y favorecer el encuentro de los hombres con el Evangelio. Nuestra enseñanza no puede prescindir de una profundización fiel de las tradiciones eclesiales y del Magisterio. Al mismo tiempo, su elaboración científica deberá valorizar los nuevos aportes de la investigación presentes en todos los continentes y poner el centro de nuestra atención, como nos invita Juan pablo II en las culturas de los pueblos y en las grandes religiones mundiales. Es por tanto, una consecuencia y un deber que toda Facultad continúe verificando y si es oportuno, revisando el propio programa académico para garantizar ,según el propio estado epistemológico una especifica caracterización misionera.

El dialogo es un componente esencial de la misión de la Iglesia como nos demostró el encuentro de oración de Asís con los numerosos exponentes religiosos cristianos y no cristianos
La oración común de hombres de diversas religiones tiene una particular relevancia misionera. Es subrayado de modo elocuente que la búsqueda de Dios no debe dividir sino unir a los hombres, rompiendo toda forma de intolerancia. El dialogo es un componente esencial de la misión de la Iglesia. Ante todo el dialogo ecuménico presentado por Juan Pablo II como “un ir juntos hacia Cristo... el proceder uno hacia el otro , el proceder juntos de los cristianos” (RM 30 y 54). Con particular insistencia después el mismo Pontífice reclama el valor del diálogo interreligioso, considerado como”parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. Comprendido como modelo y medio para un conocimiento y un enriquecimiento reciproco no está con contraposición con la misión ad gentes ante bien tiene lazos esenciales con esta y es una expresión de la misma” (RM 55).
Una brevísima conclusión
No dispersar el patrimonio que se me ha dejado en herencia del rectorado de Mons. Spreafico, sino hacer que fructifique y, en la medida de lo posible, potenciarlo. (AP) (Agencia Fides 30/10/2003 Líneas: 84 Palabras: 1.088)


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