Crema (Agencia Fides) – “Con el testimonio de su vida ofrecida generosamente por amor a Cristo, el beato Alfredo habla hoy a esta diócesis de Crema y la estimula en su testimonio del Evangelio de la caridad; habla a los misioneros que, impulsados por el mandato de Cristo, “id y anunciad a todas las gentes”, han salido por las calles del mundo para anunciar la Buena Nueva de la salvación a todos los hombres, especialmente a los más necesitados. Él habla a toda la Iglesia, recordando que morir por la fe es un regalo otorgado solo a algunos, pero vivir la fe es un llamamiento directo a todos. Tal y como anuncia el tema de la Jornada Misionera Mundial: Bautizados y enviados. Son las palabras del cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en la beatificación del misionero del PIME, el padre Alfredo Cremonesi (1902-1953), en la Catedral de Crema el sábado por la tarde, 19 de octubre (ver Fides 18/10/2019).
El cardenal recordó en su homilía que la liturgia de beatificación tuvo lugar “en la víspera de la Jornada Misionera Mundial y en la misma fecha en que el padre Cremonesi celebró su primera misa en la tierra de Crema”. “Toda persona bautizada también debe sentirse impulsada por su propia vocación a la santidad. En esto, el beato Cremonesi es un modelo a seguir por la ejemplaridad de una donación ilimitada a la llamada de Dios”.
El padre Alfredo era un hombre de profunda fe, de intensa oración, de marcada caridad hacia los pobres, los jóvenes, los jóvenes y los campesinos. “Fue precisamente su caridad lo que le llevó a ofrecer su vida por defender a su pueblo. El beato Alfredo Cremonesi es una bella figura de la vida sacerdotal y religiosa, un misionero que ha consumado su existencia con el don de su propia vida. Totalmente dedicado a Dios y a la misión de evangelización, estaba completamente separado de sí mismo: donó su existencia a su pueblo, cuya pobreza había querido compartir, renunciando a cualquier privilegio. Su santidad puede resumirse en tres elementos fundamentales: fe, caridad y pobreza”.
El cardenal Becciu recordó entonces el contexto histórico-político de Myanmar en el que se encuentra el martirio del padre Alfredo: “Con el estallido de la guerra civil tras la guerra de independencia (1948), la Iglesia comenzó a ser perseguida, con una explosión de violencia y abierta hostilidad hacia la fe católica y los misioneros”. Sin embargo, subrayó, “el sacrificio del beato Alfredo no fue en vano. Es como el grano de trigo de la parábola del Evangelio que debe perecer para dar fruto”, y continuó: “la beatificación del padre Cremonesi es un estímulo para que la Iglesia en Myanmar continúe con el compromiso de favorecer la superación de las heridas espirituales y morales, llevando la medicina curativa de la misericordia de Dios entre las personas que sufrieron a causa de los conflictos y la represión, y que están luchando por el camino de la libertad, la justicia y la paz”.
Finalmente, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos señaló que el Beato Alfredo Cremonesi “nos recuerda a todos que el futuro de nuestras comunidades y naciones no será para quienes propagan el odio y la violencia, sino para quienes siembran fraternidad, aceptación y compartir”. El cardenal concluyó la homilía confiando a la intercesión del nuevo beato otro misionero el destino de su paisano, el padre Pier Luigi Macalli, secuestrado hace más de un año: “beato Alfredo Cremonesi, ruega por nosotros, pero sobre todo reza para que otro sacerdote de esta tierra, misionero en África, el padre Macalli, pronto recupere la libertad”.
(SL) (Agencia Fides 21/10/2019)