Crema (Agencia Fides) - El sábado 19 de octubre, víspera de la Jornada Mundial de las Misiones, en el corazón del Mes Misionero Extraordinario, se llevará a cabo en la catedral de Crema, su diócesis de origen, la beatificación del padre Luigi Cremonesi, misionero del PIME (Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras), asesinado por odio a la fe el 7 de febrero de 1953, en Myanmar (Birmania), donde había pasado 28 años de misión.
El rito estará presidido, en nombre del Santo Padre, por el cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien concelebrará con el obispo de Crema, monseñor Daniele Gianotti, y el obispo de Taungngu, en Myanmar, acompañados por un delegación diocesana.
Sobre el padre Cremonesi, primer mártir en la historia de esta diócesis, el obispo Gianotti destaca que su testimonio “podrá ayudarnos a mantener vivo el fuego de la misión, el deseo de llevar a todos la Buena Nueva de Jesucristo” (ver Fides 20/03/2019).
La diócesis de Crema es también la diócesis de origen del padre Pier Luigi Maccalli, el misionero de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) que operaba en Níger que lleva secuestrado 13 meses (ver Fides 17/10/2019). En la celebración de beatificación del padre Cremonesi también rezará “por aquellos que en todas partes del mundo son perseguidos por la fe, por el padre Pierluigi Maccalli privado de libertad y por todos los que sufren por el testimonio del Evangelio, para que con coraje perseveren en la fidelidad”.
Alfredo Cremonesi nació en Ripalta Guerina, en la diócesis de Crema, el 16 de mayo de 1902. En 1911 ingresó al seminario diocesano. Una vez que su vocación misionera maduró, en 1922 fue aceptado en el Seminario Lombardo para las Misiones Extranjeras de Milán. El 12 de octubre de 1924 fue ordenado sacerdote y un año después fue enviado a Toungoo, Birmania. El siguiente agosto fue trasladado a Yedashé, y en 1929 se mudó a la aldea de Donoku, una zona enorme con aldeas remotas difícilmente accesibles. Se dedicó al mundo indígena y, a pesar de las dificultades, obtuvo buenos frutos espirituales a la vez que se dedicaba a la promoción humana de la población más pobre. Su acción pastoral se basó en una intensa vida de oración, alimentada por la adoración eucarística, especialmente de noche, de acuerdo con el estilo monástico que siempre lo había atraído.
El padre Cremonesi publicó numerosos artículos en el diario de su Instituto, “Las misiones católicas”, presentando la actividad evangelizadora e informando sobre la situación política en Birmania. Al final de la Segunda Guerra Mundial, el país se independizó de Inglaterra, pero estalló una sangrienta guerra civil entre los diversos grupos étnicos. Las minorías religiosas, como los católicos, se convirtieron en objeto de una gran hostilidad que no pocas veces derivó en la expulsión de los misioneros europeos.
El padre Alfredo no tuvo miedo de denunciar los crímenes, insistiendo en que solo una paz justa podría resolver las disputas. En 1950 se vio obligado a abandonar Donoku, donde quería regresar en 1952, consciente de los graves riesgos. El 7 de febrero de 1953, mientras estaba en la aldea de Donoku, se vio envuelto en un enfrentamiento entre un grupo de soldados del gobierno y algunos rebeldes. Defendió a sus fieles, sospechosos de favorecer a los rebeldes antigubernamentales. Los soldados lo asesinaron de un disparo en la cabeza y destruyeron todos los edificios marcándolos primero con una cruz. Según el testimonio de los testigos, el padre Alfredo fue asesinado mientras rezaba. Él fue el único en morir, mientras que la población se salvó y pudo enterrar su cuerpo, después de una vigilia nocturna. Pronto se extiendo la fama de que el misionero había sido asesinado por odio a la fe y, por lo tanto, era un verdadero mártir.
(SL) (Agencia Fides 18/10/2019)