Roma (Agencia Fides) – “El recuerdo de estos heroicos testimonios antiguos y recientes nos confirma en la conciencia que la Iglesia es una Iglesia de mártires. Ellos han tenido la gracia de confesar a Jesús hasta el final, hasta la muerte. Ellos sufren, ellos donan la vida, y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio”. Lo ha recordado el Santo Padre Francisco durante la Liturgia de la Palabra en memoria de los “Nuevos Mártires” del siglo XX y XXI, que ha presidido en la tarde del sábado 22 de abril en la Basílica de San Bartolomé en la Isla Tiberina, de Roma, confiada a la Comunidad de San Egidio, y que se ha convertido en el lugar memorial de los “Nuevos Mártires”, en la que se encuentran custodiadas varias reliquias.
El Papa ha recordado que “existen también tantos mártires escondidos, esos hombres y esas mujeres fieles a la fuerza humilde del amor, a la voz del Espíritu Santo, que en la vida de cada día buscan ayudar a los hermanos y de amar a Dios sin reservas”. La causa de toda persecución hay que buscarla en el odio: “del príncipe de este mundo hacia cuantos han sido salvados y redimidos por Jesús con su muerte y con su resurrección”.
Preguntándose sobre cual es la necesidad más urgente de la iglesia de hoy, el Santo Padre ha continuado diciendo: “de mártires, de testimonios, es decir, de Santos, de esos de la vida ordinaria, porque son los Santos los que llevan adelante a la Iglesia. ¡Los Santos!, sin ellos la Iglesia no puede salir adelante. La Iglesia necesita de los Santos de todos los días, de la vida ordinaria llevada adelante con coherencia; pero también de aquellos que tienen la valentía de aceptar la gracia de ser testigos hasta el final, hasta la muerte. Todos ellos son la sangre viva de la Iglesia. Son los testimonios que llevan adelante la Iglesia; aquellos que atestiguan que Jesús ha resucitado, que Jesús está vivo, y lo testifican con la coherencia de vida y con la fuerza del Espíritu Santo que han recibido como don”.
Por último el Papa ha subrayado que “recordar estos testimonios de la fe y orar en este lugar es un gran don” y que “la herencia viva de los mártires nos dona hoy a nosotros paz y unidad. Ellos nos enseñan que, con la fuerza del amor, con la mansedumbre, se puede luchar contra la prepotencia, la violencia, la guerra y se puede realizar con paciencia la paz”. (SL) (Agencia Fides 24/04/2017)