Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Según los datos que posee la Agencia Fides, en el año 2003 han perdido la vida de modo violento 29 personas, entre Arzobispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, Como siempre, en los últimos años, el computo no se refiere solo a los misioneros ad gentes en sentido estricto, sino a todo el personal eclesiástico asesinado de modo violento o que ha sacrificado la propia vida consciente del riesgo que corría, antes de abandonar su compromiso de testimonio y de apostolado: son los “mártires de la caridad” según la expresión tan querida de Juan Pablo II. Algunos de estos “mártires” fueron encontrados horas o días después de su muerte, a veces masacrados con otras personas que se encontraban ocasionalmente con ellos o que habían buscado refugio en las parroquias o colaboraban en el trabajo pastoral; con frecuencia han sido victimas – al menos aparentemente – de agresiones, robos y rapiñas realizadas en contextos sociales de particular violencia y pobreza.
En el Ángelus del 26 de diciembre, fiesta del Protomártir Esteban, el Santo Padre Juan Pablo II invitó a rezar por las comunidades cristianas y en particular, por los fieles que sufren a causa de la fe con estas palabras: “en el clima festivo de la navidad, celebramos hoy la fiesta de San Esteban, uno de los primeros diáconos de la Iglesia. Llamado también “Protomártir” porque es el primer discípulo de Cristo que derramó la sangre por El... La Iglesia llama al día del martirio el dies natalis. La muerte del mártir es, de hecho, un nacimiento al Cielo, por la fuerza de la muerte y resurrección de Cristo. He aquí porque es tan significativo la celebración del primer mártir al día siguiente de navidad: ese Jesús que nació en Belén, dio la vida por nosotros para que también nosotros , renacido “de lo alto” por la fe y el Bautismo, estemos dispuestos a sacrificar la nuestra por amor a los hermanos. Deseo hoy recordar de modo especial a las comunidades cristianas que sufren persecución y a todos los fieles que sufren por la fe. El Señor les de la fuerza de la perseverancia y la capacidad de amar incluso a los que les hacen sufrir”.
No por casualidad, tres días después de la Navidad, la liturgia recuerda a los “Sancti comes Christi”, aquellos que han derramado su sangre por Cristo: San Esteban, protomártir (26 de diciembre), San Juan Apóstol y evangelistas (27 de diciembre) y los Santos Inocentes (28 de diciembre). Para recordar la perpetua actualidad de esta unión entre el “Dios hecho hombre” que ofrece la vida por la humanidad dándonos ejemplo para que también nosotros entreguemos la nuestra por los hermanos, basta citar la muerte del misionero Claretiano el P. Antón Prost, asesinado en Camerún justo después de haber participado en la Misa del Gallo y la muerte en Somalia de la voluntaria Antonnella Tonelli, la tarde del mismo día en que eran elevados a la gloria de los altares los grandes misioneros Comboni, Janssen y Freinademetz. Ese mismo domingo fue también asesinado en El Salvador Don William De Jesús Ortez, y el joven sacristán Jaime Noel Quintanilla.
Respecto a los lugares donde se han registrado el mayor número de víctimas figura en primer lugar el continente africano, en particular Uganda, ensangrentada por los rebeldes del Ejercito de Liberación del Señor (LRA) que combaten contra el gobierno constituido y la República Democrática del Congo, teatro desde hace años de los enfrentamientos entre diversos grupos de guerrilla y el ejercito de tres países en una lucha sin fin por el control de los recursos naturales. En este contexto adquiere particular relieve el asesinato del Arzobispo Michael Courtney, Nuncio Apostólico en Burundi, otro país comprometido en la reconciliación nacional de la que el Nuncio era un partidario en unión con el Episcopado local. Se trata del primer asesinato de un Representante Pontificio.
Después de África destaca en número de mártires de la Iglesia, Colombia, donde también este años han sido asesinados 5 sacerdotes y una laica. En un comunicado del 7 de noviembre del 2003, después del asesinato del P. Saulo Carreño Hernández y del P. Henry Humberto López Cruz, el Episcopado colombiano recuerda las “victimas de la violencia y de la intolerancia que afligen tan duramente al pueblo colombiano...Estos dos sacerdotes se una a la larga lista de hombres y mujeres que han sido vilmente asesinados... La Iglesia, que ha pagado el elevado precio de tantos sacerdotes asesinados en los últimos tres años, continua pidiendo la reconciliación y el perdón como condiciones para establecer una paz duradera y estable”.